Quisiera dejar de escuchar mi chillona voz, hablar a señas o no hablar, no reconocerme en un espejo, olvidarme del disfraz humano que me cubre por un tiempo.
No he conocido persona más egoísta que yo, quisiera ser diferente pero no sé cómo hacerle, me fastidia mi carácter, quisiera ser más desprendida y libre, todo se me va al estómago, nada más pienso en mi y ya. Cómo quisiera poder ser humilde y dar a los demás, dar hasta que duela, pero soy una simple mortal, con un millón de defectos y me entristece. No sé amar. Tanto que predico en contra del individualismo, tanto que pregono el amor y soy la persona más incoherente que existe.
Cuando muera quisiera morir bien, no llevarme nada más que la libertad de haber dejado todo. No sé como desprenderme de esto, me siento pesada; no sé por qué tenemos consciencia de la trascendencia, de la libertad, del amor si no los podemos alcanzar. Me duele ser tan animal, tan ser humano, tan primitiva.
Hace algunas semanas sentía que moriría pronto, y no me importaba porque creía que lo tenía todo, las personas que amaba se hallaban a mi lado, cumplía veintiocho años con el corazón limpio, creyendo que había disfrutado y aprendido mucho en este caminar… pero veo que no, parece que he retrocedido millones de años hasta reconocer en mi una condición de neandertal, y me avergüenza, y no sé dónde esconderme de mi y del mundo.
Cuánto necesito aprender, cuánto necesito crecer, cuánto necesito mejorar, cuánto necesito lecciones de vida, cuánto necesito no saberme princesa, cuánto necesito sentir que soy nada, que desaparezco a cada paso, que nadie me ve, que no importo.
Necesito una fuerte dosis de realidad, no quiero ser una muñeca hueca, fuera de mí hay alguien más que no es Miriam, afuera hay otros corazones y mis palabras y acciones se vuelven ácido para los otros.
No he conocido persona más egoísta que yo, quisiera ser diferente pero no sé cómo hacerle, me fastidia mi carácter, quisiera ser más desprendida y libre, todo se me va al estómago, nada más pienso en mi y ya. Cómo quisiera poder ser humilde y dar a los demás, dar hasta que duela, pero soy una simple mortal, con un millón de defectos y me entristece. No sé amar. Tanto que predico en contra del individualismo, tanto que pregono el amor y soy la persona más incoherente que existe.
Cuando muera quisiera morir bien, no llevarme nada más que la libertad de haber dejado todo. No sé como desprenderme de esto, me siento pesada; no sé por qué tenemos consciencia de la trascendencia, de la libertad, del amor si no los podemos alcanzar. Me duele ser tan animal, tan ser humano, tan primitiva.
Hace algunas semanas sentía que moriría pronto, y no me importaba porque creía que lo tenía todo, las personas que amaba se hallaban a mi lado, cumplía veintiocho años con el corazón limpio, creyendo que había disfrutado y aprendido mucho en este caminar… pero veo que no, parece que he retrocedido millones de años hasta reconocer en mi una condición de neandertal, y me avergüenza, y no sé dónde esconderme de mi y del mundo.
Cuánto necesito aprender, cuánto necesito crecer, cuánto necesito mejorar, cuánto necesito lecciones de vida, cuánto necesito no saberme princesa, cuánto necesito sentir que soy nada, que desaparezco a cada paso, que nadie me ve, que no importo.
Necesito una fuerte dosis de realidad, no quiero ser una muñeca hueca, fuera de mí hay alguien más que no es Miriam, afuera hay otros corazones y mis palabras y acciones se vuelven ácido para los otros.
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