Cuán curioso lo es todo, cuántos inventos hay, qué belleza esconde todo lo que vive; mis manos, el agua y su suavidad, su no sabor, que cada persona tenga recuerdos distintos, que las cosas no floten y exista una fuerza llamada gravedad, que haya día y noche, que tengamos que dormir y perdernos un rato de aquello que llamamos existencia, que podamos introducir objetos comestibles a nuestro cuerpo, objetos que funcionan a manera de combustible para seguir viviendo y nos gustan, unos más que otros…, ¿qué magia escondes chocolate? qué bello cada ritual en que nos deleitamos los humanos…, al cantar bajo el agua, al poner la mesa y compartir los alimentos, al amar intensamente.
Qué extraño poder reflejarse en un espejo y reconocernos en esa imagen, saber que tenemos un cuerpo, que somos ese que vemos, que tenemos nombre, que respiramos y alguien nos conoce y se acuerda que en este mundo existe una mujer llamada Miriam, quien reúne ciertas características que la conforman; cuan bello saber que por ahí anda un amigo llamado Dany, que Judith existe, que Dulce está, que Julia es, que David me escucha y me comprende, que reímos juntos…
Qué milagro encuentro en la no repetición, en lo distinto, en lo irrepetible, en la sorpresa, en el azar, en la muerte…finalmente cuán sublime ha de ser el final de este caminar llamado vida. Sería deseable vivir eternamente, pues ¿cómo cansarnos de esta pasión, de este respirar?, pero he de morir y de antemano me voy llena de gracia, cada célula que me compone estará siempre en deuda con ese gentil azar que me ha tomado de la mano invitándome cordial a danzar un breve lapso este alegre vals en la fiesta del ser.
Cuánta belleza hay en la arena, en el observar la luna, en pasar agua por la garganta, en tomar un baño de agua helada, en la maravilla de saber que tenemos la capacidad de ver, pero, ¿qué es ver?, múltiples matices en un caos ordenado acarician mi mente, puedo distinguir entre lo que es material y lo que es espacial, tengo la capacidad de no chocar con las paredes…, de ver los colores que nos regalan los días…, el arcoiris, el amarillo caliente, el rosa dulce, el negro sombrío, el gris sobrio de la polución, el azul gris de los días de lluvia…y me embeleso en observar e imaginar cuánto has viajado gota, que coqueteas con la tierra cuando te derramas sobre ella y de ella mojada emanan esencias que el viento y su canto llevan y traen pintando de un azul coqueto la melancolía lánguida del hastío invernal.
Puedo escuchar extractos del pensamiento de otros hombres y mujeres, escucho sus sentires en una melodía, me regalan parte de su más interno ser al compartir esos acordes. ¡Cuán conectados estamos todos!, aparte podemos bailar…, ese movimiento tan especial que nos provocan los sentires de otros seres, sentires melodiosos, prodigiosos o no, pero finalmente extractos de otros seres. ¿Qué significará moverse de esa forma?, cómo es que disfrutamos inmensamente el ruido y nuestros corazones laten emocionados provocando movimientos armónicos y al danzar viene la seducción, luego ese unirse con el todo, después la sonrisa que eclosiona en carcajada…
Cuántas cosas extremadamente bellas que al naturalizarlas en el devenir de lo cotidiano se desdibujan del receptor cerebral que emana placer.
Amo la vida.
Qué extraño poder reflejarse en un espejo y reconocernos en esa imagen, saber que tenemos un cuerpo, que somos ese que vemos, que tenemos nombre, que respiramos y alguien nos conoce y se acuerda que en este mundo existe una mujer llamada Miriam, quien reúne ciertas características que la conforman; cuan bello saber que por ahí anda un amigo llamado Dany, que Judith existe, que Dulce está, que Julia es, que David me escucha y me comprende, que reímos juntos…
Qué milagro encuentro en la no repetición, en lo distinto, en lo irrepetible, en la sorpresa, en el azar, en la muerte…finalmente cuán sublime ha de ser el final de este caminar llamado vida. Sería deseable vivir eternamente, pues ¿cómo cansarnos de esta pasión, de este respirar?, pero he de morir y de antemano me voy llena de gracia, cada célula que me compone estará siempre en deuda con ese gentil azar que me ha tomado de la mano invitándome cordial a danzar un breve lapso este alegre vals en la fiesta del ser.
Cuánta belleza hay en la arena, en el observar la luna, en pasar agua por la garganta, en tomar un baño de agua helada, en la maravilla de saber que tenemos la capacidad de ver, pero, ¿qué es ver?, múltiples matices en un caos ordenado acarician mi mente, puedo distinguir entre lo que es material y lo que es espacial, tengo la capacidad de no chocar con las paredes…, de ver los colores que nos regalan los días…, el arcoiris, el amarillo caliente, el rosa dulce, el negro sombrío, el gris sobrio de la polución, el azul gris de los días de lluvia…y me embeleso en observar e imaginar cuánto has viajado gota, que coqueteas con la tierra cuando te derramas sobre ella y de ella mojada emanan esencias que el viento y su canto llevan y traen pintando de un azul coqueto la melancolía lánguida del hastío invernal.
Puedo escuchar extractos del pensamiento de otros hombres y mujeres, escucho sus sentires en una melodía, me regalan parte de su más interno ser al compartir esos acordes. ¡Cuán conectados estamos todos!, aparte podemos bailar…, ese movimiento tan especial que nos provocan los sentires de otros seres, sentires melodiosos, prodigiosos o no, pero finalmente extractos de otros seres. ¿Qué significará moverse de esa forma?, cómo es que disfrutamos inmensamente el ruido y nuestros corazones laten emocionados provocando movimientos armónicos y al danzar viene la seducción, luego ese unirse con el todo, después la sonrisa que eclosiona en carcajada…
Cuántas cosas extremadamente bellas que al naturalizarlas en el devenir de lo cotidiano se desdibujan del receptor cerebral que emana placer.
Amo la vida.
2 comentarios:
Casi es palpable esa energia que transmites con tus palabras. Me encanta leerte, este es un fellgood blog. me cae que si.
quize decir feelgood.
besos.
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