mayo 18, 2010

De ciertos menesteres

El fin de semana le ayudé a cocinar un pozole con pata, espinazo y maciza a una amiga...; es decir, fui su pinche...
Básicamente lo que hice fue lavar trastes, cortar rábano, picar cebolla, pasarle cosas que me pedía, ir a la tienda por ingredientes olvidados, cargar cosas pesadas.
Hoy..., haciendo el recuento de los daños tengo cinco pequeñas cortadas en la mano derecha (dos en el meñique, una en el índice, otra en el anular, .... y ahora que observo atentamente, de repente pensé que el dedo pulgar se salvaría... pero ahí se encuentra la quinta).
Continuando...
Una quemada en el índice izquierdo y un moretón con raspadura bajo la muñeca por andar de apresurada.
Siento como que lo mio no es la cocina.
¿Será?...

mayo 11, 2010

Del ruido


Me regocijo en el ruido…, si una raza extraterrestre decidiese destruir a la humanidad por lo mierda que suele llegar a ser, seguro se detendría si escuchara un rato alguna melodía…, única posibilidad de salvación. ¿Qué tendrá que ver el ruido con nuestro ser más interno?, si es que lo hay… si es que no somos solamente un accidente, ¿qué de malo tendría ser meramente un accidente en la historia del cosmos y del caos?, por qué hemos de ser tan soberbios como para creer que tenemos un destino, un plan divino y que el único Dios al que llamamos “Dios” deba ser exclusivo de nosotros,… ¿acaso no nos lo grita nuestro celo, nuestra soberbia y altivez?, todo lo escrito, todo lo hecho, todo lo inventado es en función del ser humano.

Definitivamente me quedo con el ruido, de todos mis sentidos, me quedo con el oído.

***
Bailar salsa es como hacerle el amor a la vida.

De lo extraordinario


Cuán curioso lo es todo, cuántos inventos hay, qué belleza esconde todo lo que vive; mis manos, el agua y su suavidad, su no sabor, que cada persona tenga recuerdos distintos, que las cosas no floten y exista una fuerza llamada gravedad, que haya día y noche, que tengamos que dormir y perdernos un rato de aquello que llamamos existencia, que podamos introducir objetos comestibles a nuestro cuerpo, objetos que funcionan a manera de combustible para seguir viviendo y nos gustan, unos más que otros…, ¿qué magia escondes chocolate? qué bello cada ritual en que nos deleitamos los humanos…, al cantar bajo el agua, al poner la mesa y compartir los alimentos, al amar intensamente.

Qué extraño poder reflejarse en un espejo y reconocernos en esa imagen, saber que tenemos un cuerpo, que somos ese que vemos, que tenemos nombre, que respiramos y alguien nos conoce y se acuerda que en este mundo existe una mujer llamada Miriam, quien reúne ciertas características que la conforman; cuan bello saber que por ahí anda un amigo llamado Dany, que Judith existe, que Dulce está, que Julia es, que David me escucha y me comprende, que reímos juntos…

Qué milagro encuentro en la no repetición, en lo distinto, en lo irrepetible, en la sorpresa, en el azar, en la muerte…finalmente cuán sublime ha de ser el final de este caminar llamado vida. Sería deseable vivir eternamente, pues ¿cómo cansarnos de esta pasión, de este respirar?, pero he de morir y de antemano me voy llena de gracia, cada célula que me compone estará siempre en deuda con ese gentil azar que me ha tomado de la mano invitándome cordial a danzar un breve lapso este alegre vals en la fiesta del ser.

Cuánta belleza hay en la arena, en el observar la luna, en pasar agua por la garganta, en tomar un baño de agua helada, en la maravilla de saber que tenemos la capacidad de ver, pero, ¿qué es ver?, múltiples matices en un caos ordenado acarician mi mente, puedo distinguir entre lo que es material y lo que es espacial, tengo la capacidad de no chocar con las paredes…, de ver los colores que nos regalan los días…, el arcoiris, el amarillo caliente, el rosa dulce, el negro sombrío, el gris sobrio de la polución, el azul gris de los días de lluvia…y me embeleso en observar e imaginar cuánto has viajado gota, que coqueteas con la tierra cuando te derramas sobre ella y de ella mojada emanan esencias que el viento y su canto llevan y traen pintando de un azul coqueto la melancolía lánguida del hastío invernal.


Puedo escuchar extractos del pensamiento de otros hombres y mujeres, escucho sus sentires en una melodía, me regalan parte de su más interno ser al compartir esos acordes. ¡Cuán conectados estamos todos!, aparte podemos bailar…, ese movimiento tan especial que nos provocan los sentires de otros seres, sentires melodiosos, prodigiosos o no, pero finalmente extractos de otros seres. ¿Qué significará moverse de esa forma?, cómo es que disfrutamos inmensamente el ruido y nuestros corazones laten emocionados provocando movimientos armónicos y al danzar viene la seducción, luego ese unirse con el todo, después la sonrisa que eclosiona en carcajada…

Cuántas cosas extremadamente bellas que al naturalizarlas en el devenir de lo cotidiano se desdibujan del receptor cerebral que emana placer.

Amo la vida.

De los nombres

Cuán extraño llamarme Miriam, son sólo letras…, ¿qué significarán?, ¿acaso ese ruido me compone?, ¿por qué cuando lo escucho de la voz de alguien más me hará voltear?, ¿soy un animal?, ¿es “Miriam” posiblemente un chiflido que me hace voltear?, ¿qué pasaría si me llamara Caralampio, Romina, Ramira, Rosita, Elvira o Justina como mis abuelitas.

¿Qué pasa si esa composición de letras se transforma, ¿quizá me percibiría distinta?, ¿mi personalidad fuese diferente?, … ¿qué tal Amaranta, o Juana?… (no “juanis”, ni “juanita”, sino Juana…); qué si me llamara Coral o Kitzia…, quizá Corina o Sabrina…, ¿sería Miriam la misma?..., ¿tal vez la sonoridad afecte la autopercepción…?, no lo sé.