octubre 11, 2009

Sin calcetines


¿Dónde estás viejito que nunca fue viejo?

¿Qué dice el frío estridente de tu tumba?

¿Qué te susurra el silencio sepulcral?

¿No te irritan los carros que pasan sin cesar aledaños a tu refugio sin nombre?

¿No te molesta que no te visite?¿No te dice nada que tu tumba esté abandonada y repleta de follaje?

¿Qué te dice una cruz de madera de la más corriente?... una cruz color de marfil, pero de olor a fosa común.

¿Cómo sientes esa soledad bohemia?


¿Qué se siente estar encerrado en un féretro? y todavía no te ponen calcetines, y todavía te untan cemento, y todavía te echan tierra, y todavía te colocan lozas, y todavía te regalan flores, y todavía te insertan cruces, y todavía te siembran pasto, y todavía te construyen un mausoleo para que no salgas, para que no te asomes, para que no te muevas ni se te ocurra poner un pie en el cementerio; para asegurarnos de que los muertos no nos acaricien los pies y ni se les ocurra entrar a nuestros sueños, para que se queden en su lugar, en el abandono, en la lluvia más triste, lluvia de panteón que en conjunción cantan una poesía a la tragedia humana.

Y no te visito para no recordarte, porque me dueles todavía, porque parece que fue ayer que te di la mano por última vez en la historia de todo este espacio-tiempo, y que te canté las golondrinas sin remedio, y me sigues doliendo… y me tomo una copa de vino por ti, y sigo aquí, en este mundo, creciendo, amaneciendo, comiendo, durmiendo.


Y sigo pensando que cuán bello haberte conocido, recordar de vez en cuando que alguna vez tuve padre y que era una chiquiona y que me adorabas y era tu princesa.

Cuan curioso sentir la identidad, la raíz, la mano que te guió, y que nadie puede superar, y que nadie te puede igualar jamás, porque toda la patafísica contenida en este boom que tuvo que suceder para que tú fueras, para que estuvieras aquel día del niño del 48, fue milagro; porque te quiero y te recuerdo siempre y a pesar de que estés tan lejos, en el tiempo-espacio suprimido, te recuerdo. Me dueles padre, te extraño. Mi viejito que nunca fue viejo.
* imagen tomada prestada de blog: http://el-llanto-del-afilador.lacoctelera.net/

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