febrero 20, 2006

Kiosco

Pudiéramos haber estado en ese kiosco todo el día, sentados al calor del sol y el viento, los niños jugando, nosotros riendo y descansando, viendo pasar la tarde lentamente. No necesitaba nada, solamente su cercanía y sentir ese abrazo que me congela los instantes; me siento afortunada, la reina de la vida, la más consentida por tener regalo tan hermoso en sus besos, en mi piel.

Me asombra el horizonte, saberme conciente y tener los ojos abiertos, que el fantasma de mis dedos se patinen en las letras y aunque caigan, que aunque tropiezan equivocando a cada rato... ellos se deslizan contentos.
Se pensaba que el sonido de los pajarillos era pura guasa, pero los escucho, no se me va ese ruido del corazón, este gesto de labios hacia arriba me está tatuando la cara, el frío de esta noche me alimenta, la sabia del bosque me sonríe desde allá.

Que energía, cuanto equilibrio, mi mano está tocándote, 1000 metros bajo el nivel del mar no cuentan, se inclinan en alfombra roja cuando vienes o cuando voy.
No sólo pareciera que toda nuestra vida caramboleaba entre las masas y los tiempos, entre las decisiones y las alas, y que nadaba en la noche del desvelo y el alcohol, que rezaba por creer y crecer, por vislumbrar una verdad que no fuera de un libro, que soñaba con sentir ese ‘sí’, ese ´ven para que comas´ ese ´quieres un masaje´?´, esa carcajada, este desenfreno que me da cuando te miro, esa mano tuya que me estruja y este corazón que no para de bailar a tu ritmo.

Yo quería esto, por mucho tiempo quise fluir y sentir que volaba, y heme aquí en este planeta y no en Saturno, bajo los tiernos rayos de este sol del desierto. Fue entonces que comprendí que todo el universo traveseó en la eternidad para que se llegara el segundo en que me preguntaras si soy zurda. Este cosmos nació en caos construyendo y deconstruyendo a su antojo, siempre conmovido desde el más pequeño de los seres, asombrado por la vida que fluía en cascadas de células, y mares de risas, fue entonces cuando creyó en el hombre y vomitó esta energía que nos hizo encontrarnos.

Que desesperante escuchar Sun King y casi arrastrarte tiernamente hacia mí, desde esa rumorosa, de entre esos valles callados y ventosos a la vez.
Una vez en la vida me dijeron los chamanes que te dijeron a ti, que había que tener la paciencia para tener un estado mental fresco y en pantuflas, saber descansar cuando se ha corrido, tener el valor de abrir el baile en la pista y desatar esa cadena de relámpagos que tocará la puerta del ritmo de cada quien... No le veo final David, y me alegra porque todo miedo se ha disipado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

That's a great story. Waiting for more. »