mayo 24, 2019

Diógenes la perra

Soy presa de locura que no entiendo,
deseo de un abrazo que me abrase.

Soy Diógenes la perra,
fiel a mí,
desdoblo esta tristeza,
no sé de dónde viene,
no sé a dónde ir,
me dejo caer,
pierdo el control,
cierro los ojos
y ando.

Vuelve el amor
a colocarse,
desgarrador,
droga ambulante,
que me desarma.

Y el deseo de la playa,
la montaña, el fuego,
el canto, la vida, la noche,
otra vez.

El deseo en cada poro,
en cada poro el deseo.

Un ave incomprendida,
busco la ataraxia,
sigo en perturbación.

Acordes dibujados
en un derrame de líquidos,
pies al fondo,
cuando una voz aparece
y hace sentido.

Incógnita,
¿qué sentir?,
desconocido.

En esos ojos veo
más de lo que puedo ver.

Voz queda,
voz lenta,
decibeles justos,
no hay más.

Ojos al punto del llanto,
¿por qué?
!quién sabe!
pero es.

Palabras justas,
una y otra vez,
a lo lejos,
desde acá,
en silencio,
sin puente.

Voz que había que escuchar,
!silencio cósmico!
ahora, eco lejano.

No es necesario,
no es necesario,
no es necesario.

Conexión que abre
partituras aún desconocidas,
sueños con sentido,
nada sobra,
nada falta.

Me acaricia
en cada poro el deseo.

Lo explica todo,
escuchar su partitura,
luego el silencio
y otra vez
sin sentido.

!Qué caos!
en cada poro el deseo.

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