carcomes la piel,
destruyes la felicidad,
entorpeces la vida y el caminar.
La sangre palpita y se enardece
en el río de lava de tu veneno,
el impulso de destrucción aflora,
tus alas malditas zambullean en mi andar,
te sumerges en los intersticios de mi sombra,
cosquilleas torturando el esperpento que soy
ante las perversidades de tu soberano poder.
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