Me encontraba en un campo de concentración, a punto de ser
mandada a una cámara de gas, por ahí andaba un bebé de aproximadamente un año
de edad, era varón, me escapé de la fila, robé un pedazo de pan, robé al niño
que también tenía el mismo destino y me fui corriendo, lo arropé con la poca
ropa que yo traía, le di de comer, el bebé me abrazó como prendiéndose a la
vida, estaba tan pálido de hambre que cuando le di de comer me dio un beso, lo
abracé y me abrazó, se incrustó en mi persona, ambos teníamos la sensación de
que no podríamos vivir el uno sin el otro de aquí en adelante, logré escapar y
salvé a mi hijo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario