enero 06, 2012

ODA A LA TIJUANA MÍA


Voy en camión,
cargando una pesada mochila a mis espaldas
y observando atenta los cambios que sufre mi ciudad,
voy andando caminos que ya recorrí,
pero ahora con otra mirada…
la mirada de una ausente.

Respiro el viento fresco
y mi espíritu se infla de un orgullo hasta ahora desconocido,
de una raíz que siento muy mía.

Voy viajando caminos de baches,
observo transeúntes agotados,
cargados de tiempos perdidos en una parada del camión;
voy en medio de conductores ansiosos
por los malos trazos de la ciudad
y las largas vías que no acaban,
continuas mejoras que nunca terminan
por abrir caminos más ligeros;
miro sus rostros de cansancio y desesperación
ante una ciudad que aman con violencia y obsesión,
y que los traga asfixiándolos en una dinámica de amor impetuoso.
Veo colisionar una metrópoli,
puedo oler el hedor a la miseria,
la urgencia que consume la vida en un parpadeo;
pero voy en ese camión inmensamente feliz,
cargando mi pesada mochila,
sudando, agotada, hambrienta …
con los múltiples cláxones y mentadas de madre
que van tejiendo una bella melodía
en mi mundo rosa de mi Tijuana hermosa
y me sigo sintiendo feliz,
porque nací en ese lugar,
porque tengo recuerdos,
porque tengo parientes y amigos
en una ciudad fronteriza
en la que puedo caminar a mi manera,
en la que tengo mis atajos,
mis propias rutas bien sabidas…
y cuando un forastero me pregunta una dirección
puedo contestarle qué taxis, qué calzadas,
qué avenidas puede tomar,
y le puedo relatar su historia porque es mía;
y asimismo, cada plaza, cada cerro,
cada eterno recoveco viejo y sucio,
cada callejón y sus tragedias los asumo míos.

Puedo escuchar sus ruidos, sus rumores, sus murmullos, sus silbidos.
¿Cuándo fue la primera vez que caminé mi ciudad yo sola?,
¿yo con ella?, la primera ocasión en que tomé una burra
y me sentí perdida, ¿fue hace mucho?, ¿fue hace poco?,
¿cómo fue nuestro primer encuentro?,
¿cómo fue este último que me hace reconocerme en ti?,
¿quién tiene la verdad de tu historia?,
¿las incontables biografías que hablan de cantinas, bulevares y políticos?
o la historia no oficial de los licuados de la calle 3ra,
la interminable escalinata de la 4ta,
la casa embrujada de la Altamira en
donde se grabó Camelia la Tejana,
el árbol de chicles de la ermita,
el cerro colorado que se asoma imponente
dando abrigo y refugio al que lo necesita,
sus mitos y leyendas,
soldados hechos santos,
la bailarina sin cabeza de aquel Casino de los 20´s…

Ella tiene un perfume muy peculiar
y un rostro que conozco y en el que me reconozco…,
y parece que la patraña de la identidad sí existe
y que tengo una,
aquella misma de la Tijuana mía,
de su centro,
de su zona,
sus esquinas,
de esos bares que parecen no reconocer el tiempo,
de sus brazos refugio de todos y por todos mancillados,
de sus calles tan llenas de sangre.
Tijuana baila,
Tijuana reza,
Tijuana canta
y es incansable,
lo huelo en la estela que deja ese viento
tan de todos y de nadie.

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