abril 13, 2010

Del día de nuestra muerte

Sentirme acompañada, plena, feliz y enamorada,
creer en la ternura, la bondad y la belleza,
saber que están tus manos, tu voz y tu pureza,
que me abrazan siempre en un cálido verde de alborada.

Pero, amado señor mío,
cuando mueras o yo lo haremos solos,
tú con tu arrojo, yo con mi brío,
última danza que bailaremos todos.

Danza de muerte, danza aventurada y alegre,
instante cotidiano y glorioso,
!cántame una melodía!
instante divino, sublime, fastuoso,
que no permita la cobardía
ante el evento de la vida.

Y no escucharé el llanto quebrado de tu voz,
porque la muerte será mía, a solas, conmigo;
y tú musitarás tan sólo retazos de un adiós,
mientras el abismo me da la mano y se vuelve fiel amigo.

Y es que en realidad estamos solos, y no de soledad,
sino solos de voz, de pensamiento y de este caminad,
que desde el nacimiento hasta la muerte,
va tejiendo entre risas y lágrimas, el telar de nuestra suerte.

Por eso quiero tocar tu mano
y abrazarte hasta que reviente,
sentir que mis pasos no fueron en vano
y besar tus labios con fervor ardiente.

!Amado mío!, partamos con una retirada digna,
llena de júbilo, amor y alegrías.
por haber sentido en estas venas la existencia plena,
caminos de escarlata que amaron el dulce y el amargo de los días.

Vayámonos de aquí siendo valientes
acariciando la fragilidad que envuelve
tu vida y la mia en una gota de agua,
gota fragante que se disuelve
al sonido escalofriante tic tac, tic tac
que nos acerca cada vez más a la muerte.

1 comentario:

maurye dijo...

Y en que mi eptafio dijera ¨Punk rock, mi vida estuvo bien ¨
Saludos, Miriam cantora !
Rifamos re duro esa noche !