enero 12, 2010

No me resigno a mis muertos


Dicen que lo que se puede racionalizar y asimilar, entonces es posible de olvidar.
La falta de comprensión implica no poder organizar las ideas ante un suceso.
Todavía no comprendo la muerte ni quiero ni deseo comprenderla, me rehúso a hacerlo porque comprenderla implicaría aceptarla y sentir resignación.

!No me resigno!, no me resigno a tu partida, jamás lo haré porque mi cabeza no puede racionalizar que una persona tan hermosa haya desaparecido de la faz de la tierra por siempre, no quiero ni pretendo olvidarte.

¿Acaso no es cruel que todo un día en la tierra no haya nadie que te piense?
¿No es tristísimo que nadie se acuerde de tu olor, de tu llegada en aquellas tardes de invierno, de tu risa?, o de esos domingos de José Alfredo y ponche de café.

¡Cuánto anhelabas vivir!, ¿escucharías acaso mis promesas aquella noche gélida de hospital en la que me esperabas sólo a mi para irte siquiera más tranquilo?, que mano tan fría, que extraños tus ojos ya vacíos, cuál sería tu último pensamiento.

¡No!, no te olvido porque no es justo, y me duele que a veces se me olvide sentir lo que se siente saber que existe un padre, envidio y suspiro por un abrazo de esos.

Y me da rabia sentir que por mi boca jamás se volverá a emitir la palabra –padre-, que su calidez me esté vetada por siempre, ahora estoy incompleta.

Y me disculpo por expresarme y ensuciar con estúpida prosa aquello que es inefable…

1 comentario:

El caminante dijo...

Hola Eleanor. Lei tu post sobre la resignación...Interesante tema. Creo todos pasamos por esa ruta, unos antes otros más tarde...Comprendo.
Saludos.