Íbamos en pijama saliendo de una bodega, caminando de la mano y huyendo de no sé qué.
Nos habíamos brincado una barda y escogido entre varios caminos decidiendo por el camellón de la Internacional; en eso llegó un policía que te miraba morbosamente y te quiso besar, yo traté de impedirlo golpeándole, pero él me tomó de las manos y me dijo burlándose: “!esos golpecillos qué!”, aun cuando se los di con la mayor fuerza por el coraje endemoniado que me provocó que sus sucias manos siquiera te rozaran; lo pateé y sacó una pistola calibre 22, me dijo que me iba a matar si no lo dejaba y le grité desesperada... “mátame pues...ándale cabrón!, por mi no te detengas, llégale, mira aquí estoy, de seguro es de salva, no has de tener los huevos, yo no sé que haces de policía... ah! pues si... que otra cosa podías ser?, sino un vil marrano!”, y él muy sorprendido queriendo levantar su orgullo de tres pesos trato de reivindicarse y jaló el gatillo asesinando a quemarropa a un civil que iba pasando, tú y yo corrimos huyendo de él, pero estábamos en un camellón de la carretera internacional, los carros iban a tremendas velocidades, teníamos que correr el riesgo de cruzar y morir atropelladas o esperar a que la locura del perro se sosegara con nuestra sangre,... él optó por darse un tiro y cayó a la carretera siendo partido en pedazos,... sangre y miembros esparcidos yacían a lo largo de la calle... (1ra tragedia)
Después nos fuimos corriendo para alejarnos de lo sucedido, pero el cuerpo policial ya estaba enterado y era fácil localizar a dos muchachas en pijama, íbamos de la mano y en el camino se nos fueron apareciendo personas, un vaquero estaba entre ellos y nos provocó queriendo sacarnos de nuestras casillas, (casi lo logra con tu carácter desmesurado e infantil), pero preferimos seguir corriendo y agarramos un raite que al subirnos comenzó a manejar como un loco, tú y yo íbamos en la parte de atrás de ese pick up y nos zangoloteaba tanto que parecía que en cualquier momento íbamos a salir volando y nuestro cráneo se iba a estampar en el concreto, pero no siendo así, atropelló a una señora embarazada que iba pasando y la dejó tirada sin urbanidad alguna.
Parecía que nuestras presencias se colmaron de una maldición que se respiraba en el entorno, lo que tocábamos se convertía en fuego y cenizas, en muerte y destrucción.
Llegamos a la bodega sin saber cuál fue la causalidad que nos llevó ahí y nos introducimos al lugar evitando que nos vieran, estando ahí logramos ver que era una gran conspiración vodoo que jugaba con nuestras mentes moviéndonos la neurona del miedo, picando con un gancho la parte sensible del cerebro para ver nuestra resistencia a las tragedias, siendo nosotras quienes las provocábamos seríamos las culpables y la “conciencia” podía haber acabado con nosotras, pero no teníamos escrúpulos, éramos la unidad de la maldición, una amistad que no se rompería jamás, ni con la más infernal de las tragedias aun trazada por nosotros, delineada con intención y causa.
Fuimos a una gran iglesia, había muchísima gente, algunos dormidos, otros en presencia física mas no espiritual, el nuevo papa daba un sermón y sus ojos brillaban con la lascivia de la perversión de un anticristo, moviendo sentimientos de masas y creando conmoción y fanatismo.
A fin de cuentas toda esa ola de sucesos macabros no terminaría jamás, nosotras éramos simples títeres de alguna sociedad que gusta de jugar con los cerebros débiles, pero les salimos más perras de lo que imaginaban y nuestras tragedias no nos movieron ni un pelo, aquí seguimos no Jude?, igual de frescas que antes, seguimos brindando aun a pesar de conocer el mundo, lo enfrentamos y sabemos lo que se esconde tras de él.
Nos habíamos brincado una barda y escogido entre varios caminos decidiendo por el camellón de la Internacional; en eso llegó un policía que te miraba morbosamente y te quiso besar, yo traté de impedirlo golpeándole, pero él me tomó de las manos y me dijo burlándose: “!esos golpecillos qué!”, aun cuando se los di con la mayor fuerza por el coraje endemoniado que me provocó que sus sucias manos siquiera te rozaran; lo pateé y sacó una pistola calibre 22, me dijo que me iba a matar si no lo dejaba y le grité desesperada... “mátame pues...ándale cabrón!, por mi no te detengas, llégale, mira aquí estoy, de seguro es de salva, no has de tener los huevos, yo no sé que haces de policía... ah! pues si... que otra cosa podías ser?, sino un vil marrano!”, y él muy sorprendido queriendo levantar su orgullo de tres pesos trato de reivindicarse y jaló el gatillo asesinando a quemarropa a un civil que iba pasando, tú y yo corrimos huyendo de él, pero estábamos en un camellón de la carretera internacional, los carros iban a tremendas velocidades, teníamos que correr el riesgo de cruzar y morir atropelladas o esperar a que la locura del perro se sosegara con nuestra sangre,... él optó por darse un tiro y cayó a la carretera siendo partido en pedazos,... sangre y miembros esparcidos yacían a lo largo de la calle... (1ra tragedia)
Después nos fuimos corriendo para alejarnos de lo sucedido, pero el cuerpo policial ya estaba enterado y era fácil localizar a dos muchachas en pijama, íbamos de la mano y en el camino se nos fueron apareciendo personas, un vaquero estaba entre ellos y nos provocó queriendo sacarnos de nuestras casillas, (casi lo logra con tu carácter desmesurado e infantil), pero preferimos seguir corriendo y agarramos un raite que al subirnos comenzó a manejar como un loco, tú y yo íbamos en la parte de atrás de ese pick up y nos zangoloteaba tanto que parecía que en cualquier momento íbamos a salir volando y nuestro cráneo se iba a estampar en el concreto, pero no siendo así, atropelló a una señora embarazada que iba pasando y la dejó tirada sin urbanidad alguna.
Parecía que nuestras presencias se colmaron de una maldición que se respiraba en el entorno, lo que tocábamos se convertía en fuego y cenizas, en muerte y destrucción.
Llegamos a la bodega sin saber cuál fue la causalidad que nos llevó ahí y nos introducimos al lugar evitando que nos vieran, estando ahí logramos ver que era una gran conspiración vodoo que jugaba con nuestras mentes moviéndonos la neurona del miedo, picando con un gancho la parte sensible del cerebro para ver nuestra resistencia a las tragedias, siendo nosotras quienes las provocábamos seríamos las culpables y la “conciencia” podía haber acabado con nosotras, pero no teníamos escrúpulos, éramos la unidad de la maldición, una amistad que no se rompería jamás, ni con la más infernal de las tragedias aun trazada por nosotros, delineada con intención y causa.
Fuimos a una gran iglesia, había muchísima gente, algunos dormidos, otros en presencia física mas no espiritual, el nuevo papa daba un sermón y sus ojos brillaban con la lascivia de la perversión de un anticristo, moviendo sentimientos de masas y creando conmoción y fanatismo.
A fin de cuentas toda esa ola de sucesos macabros no terminaría jamás, nosotras éramos simples títeres de alguna sociedad que gusta de jugar con los cerebros débiles, pero les salimos más perras de lo que imaginaban y nuestras tragedias no nos movieron ni un pelo, aquí seguimos no Jude?, igual de frescas que antes, seguimos brindando aun a pesar de conocer el mundo, lo enfrentamos y sabemos lo que se esconde tras de él.
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