Sólo quiero respirar, saber que estoy viva, quiero bailar, me hago conciente de que vivo con la persona que más amo y me doy cuenta que desde que lo conozco no he parado de reír, cada día he sentido una carcajada, no me ha faltado el abrazo, el beso, la caricia, la comprensión y sobre todo la risa.
Veo sus gestos, su alegría, su ternura sobre todo y siento, me levanto y lo veo a mi lado, todo modorro y me voy a trabajar, no sin antes dejarlo calientito y acostado en la camita, lo consiento, me consiente y llego a casita y ya está la comida, que hombre tan maravilloso,
¡cuán rico cocina!, cosa en la que yo apesto, pero mi amor lo complementa, me siento espiritualmente tan llena, tan niña, tan bella, con tantas ganas de bailar hasta que me sangren las rodillas y gritar en lo alto de un cerro, estoy a punto de concluir mi especialidad y mi tesis va viento en popa, en agosto inicio la maestría y esperaré ese doctorado con ahínco, y después… otro doctorado y quizá más adelante un curso de cocina, o por qué no, ¡de canto! para aprender ahora sí bien a bien y que mi abuelito no diga ¿quién rebuzna? : ).
Además tengo un abuelo de 82 años que baila reggaeton con muchachas de 20 y una mamá que vive enamorada de su pareja, tengo la dicha de haber conocido a mi padre y haber convivido con él largos 18 años y de que él hiciera sus movidas chuecas con Dios o el Diablo para mandarme al hombre que amo, porque de seguro él tuvo algo que ver, porque ¿cómo es posible mover el orden natural del universo de un momento a otro tan sólo para que yo sea feliz?, el universo es mi amigo, siempre se acomoda a mi favor, ha de ser porque soy Leo, soy bonita e inteligente, jaja.
No me quiero morir jamás, me gusta saber que estoy viva, estoy tan conciente que parece que estoy drogada, hace rato me maree y me sentía realmente mal, pero estaba conciente de mi sentir, lo analizaba, pensaba en ese vágido y lo disfrutaba, sabiendo que tengo un sistema, por lo tanto un cuerpo, y por ende estoy pensando como diría Descartes: “cogito, ergo sum”.
Veo sus gestos, su alegría, su ternura sobre todo y siento, me levanto y lo veo a mi lado, todo modorro y me voy a trabajar, no sin antes dejarlo calientito y acostado en la camita, lo consiento, me consiente y llego a casita y ya está la comida, que hombre tan maravilloso,
¡cuán rico cocina!, cosa en la que yo apesto, pero mi amor lo complementa, me siento espiritualmente tan llena, tan niña, tan bella, con tantas ganas de bailar hasta que me sangren las rodillas y gritar en lo alto de un cerro, estoy a punto de concluir mi especialidad y mi tesis va viento en popa, en agosto inicio la maestría y esperaré ese doctorado con ahínco, y después… otro doctorado y quizá más adelante un curso de cocina, o por qué no, ¡de canto! para aprender ahora sí bien a bien y que mi abuelito no diga ¿quién rebuzna? : ).
Además tengo un abuelo de 82 años que baila reggaeton con muchachas de 20 y una mamá que vive enamorada de su pareja, tengo la dicha de haber conocido a mi padre y haber convivido con él largos 18 años y de que él hiciera sus movidas chuecas con Dios o el Diablo para mandarme al hombre que amo, porque de seguro él tuvo algo que ver, porque ¿cómo es posible mover el orden natural del universo de un momento a otro tan sólo para que yo sea feliz?, el universo es mi amigo, siempre se acomoda a mi favor, ha de ser porque soy Leo, soy bonita e inteligente, jaja.
No me quiero morir jamás, me gusta saber que estoy viva, estoy tan conciente que parece que estoy drogada, hace rato me maree y me sentía realmente mal, pero estaba conciente de mi sentir, lo analizaba, pensaba en ese vágido y lo disfrutaba, sabiendo que tengo un sistema, por lo tanto un cuerpo, y por ende estoy pensando como diría Descartes: “cogito, ergo sum”.
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