Todo es sonido, el cosmos emite vibraciones de energía que están en continuo movimiento, de alguna manera la caótica mezcla de voces, de ladridos, de gritos y de melodías urbanas hacen un conjunto hermoso.
El crujir de una madera vieja, el aullido del aire que espantado de sí se adormece con su propio cantar. La ruidosa ciudad en la que sentada desde una alta colina se escuchan armoniosas vibraciones incoherentes y barullo citadino, propio de un concierto galáctico.
Me asombra la maraña de palabras, el lenguaje se traduce en sonidos alternados y los hilos de la garganta se deslizan felices al cantar, todo es fibras, pedacitos enganchados por tiempo-espacio, la vida se bifurca en instantes que bailan al ritmo del destino, un destino que se ríe de quien cree en él y espera sentado en la parada del tren con rumbo a ciudad, los caminos hay que inventarlos al momento.
El movimiento de un pie nos lleva a mover el otro de distinta manera, una vez dado el paso jamás se volverá a repetir. Sin embargo el fractal del tiempo nos indica que todo es una repetición, el ciclo finito del nacer, crecer, reproducirse y morir; le denominé finito... yo moriré y jamás renaceré en mi otra vez, ni me cruzaré con la misma gente, ni escucharé la misma música, pero si se pudiera elegiría vivir diez mil veces… tan sólo por el gusto de estar aquí y escuchar esas emanaciones de energía que se traducen en música cósmica.
Sí, la vida es finita para mi, pero los mares se regeneran, mueren algunas especies y nacen otras, mutan según su medio ambiente, pero la vida sigue, aquí y en los planetas ajenos a nosotros, en este universo finito en espacio seguramente hay mucha vida, y no sólo seres extraterrestres o lo que pudiera asemejarse a nosotros los humanos, sino que el universo está vivo en su totalidad, por eso tiene movimiento, por eso algunos planetas explotan y otros nacen, algunas estrellas mueren y otras aparecen.
Ojala tuviera la posibilidad de asomarme más allá de mi mundo, romper la barrera de la vía láctea y trasladarme a la galaxia vecina en mi bicicleta con motor de años luz, irme a un barecito en algún planeta ajeno a mis conceptos, a la información que hasta ahora he recibido de lo que significan las cosas, ojala mi cerebro funcionara a lo increíble, que mis ojos captaran lo extraordinario y mi alma no cerrara las puertas para darle la bienvenida a los significados que están más allá de mi.
Quisiera que me fuera extraída la sustancia de la lógica para poder visualizar de cerca lo no tangible, que se me quitara lo mesiánica, que nunca me hubiera sido implantada la noción del tiempo y sentir que mi padre aun después de muerto sigue entre nosotros porque los tiempos no existen, porque las distancias se acortan mientras más pasan los días, si en mi mente no corriera ese relojito día-noche, marzo-abril, 1982-1983 entonces mi papá estuviera en este instante vivo, de hecho lo está, pero en 1985, puedo sentir que en esa cápsula verde de espacio sin tiempo mi papá se está tomando un vaso de leche en un momento cualquiera de su vida, quizá está jugando conmigo en este preciso instante, aun en mi casa pudiera verlo sin pensar que sin el tiempo todo se congela, sin tener la medida exacta o el concepto claro de saberlo muerto y olvidado en una tumba fría.
-Hola papá
-Que onda mija, ¿qué estás haciendo?
-ah, escribiendo sobre ti y el tiempo y la verdad más tangible que poseo, que es tu presencia.
-orale, te viajas Miriam, bueno, me voy a ver Acción.
-sale pa...
El otro día vi el agua del lavamanos color verde, mis ojos la vieron verde y mi mente cerró esa visión justificando el color hermoso del verde con un mareo. Probablemente fue verde, pero a quién creerle, los sentidos engañan, la mente también, aunque yo decido en qué creer.
Todo es música. Los acentos y el lenguaje están intrínsecamente ligados con el cosmos y su ruido ceremonioso, cuan abstractos los signos, poder darle un sonido a un dibujo trazado con una pluma, tener la capacidad de traducirlo con la voz a una palabra, ¡que preciado don de poder decir!. Los acentos sureños, norteños, cada lenguaje, las variaciones que existen entre cada persona, somos música, líricos al grado de estar entonados en un mismo acento.
Con cada persona que hablo se va pasando este acorde de mi voz y ellos me dejan el eco de su canción. A cada paso el viento va llevando notas musicales, silencios entre ellas y se va creando el puente verbal de la historia del hombre.
El crujir de una madera vieja, el aullido del aire que espantado de sí se adormece con su propio cantar. La ruidosa ciudad en la que sentada desde una alta colina se escuchan armoniosas vibraciones incoherentes y barullo citadino, propio de un concierto galáctico.
Me asombra la maraña de palabras, el lenguaje se traduce en sonidos alternados y los hilos de la garganta se deslizan felices al cantar, todo es fibras, pedacitos enganchados por tiempo-espacio, la vida se bifurca en instantes que bailan al ritmo del destino, un destino que se ríe de quien cree en él y espera sentado en la parada del tren con rumbo a ciudad, los caminos hay que inventarlos al momento.
El movimiento de un pie nos lleva a mover el otro de distinta manera, una vez dado el paso jamás se volverá a repetir. Sin embargo el fractal del tiempo nos indica que todo es una repetición, el ciclo finito del nacer, crecer, reproducirse y morir; le denominé finito... yo moriré y jamás renaceré en mi otra vez, ni me cruzaré con la misma gente, ni escucharé la misma música, pero si se pudiera elegiría vivir diez mil veces… tan sólo por el gusto de estar aquí y escuchar esas emanaciones de energía que se traducen en música cósmica.
Sí, la vida es finita para mi, pero los mares se regeneran, mueren algunas especies y nacen otras, mutan según su medio ambiente, pero la vida sigue, aquí y en los planetas ajenos a nosotros, en este universo finito en espacio seguramente hay mucha vida, y no sólo seres extraterrestres o lo que pudiera asemejarse a nosotros los humanos, sino que el universo está vivo en su totalidad, por eso tiene movimiento, por eso algunos planetas explotan y otros nacen, algunas estrellas mueren y otras aparecen.
Ojala tuviera la posibilidad de asomarme más allá de mi mundo, romper la barrera de la vía láctea y trasladarme a la galaxia vecina en mi bicicleta con motor de años luz, irme a un barecito en algún planeta ajeno a mis conceptos, a la información que hasta ahora he recibido de lo que significan las cosas, ojala mi cerebro funcionara a lo increíble, que mis ojos captaran lo extraordinario y mi alma no cerrara las puertas para darle la bienvenida a los significados que están más allá de mi.
Quisiera que me fuera extraída la sustancia de la lógica para poder visualizar de cerca lo no tangible, que se me quitara lo mesiánica, que nunca me hubiera sido implantada la noción del tiempo y sentir que mi padre aun después de muerto sigue entre nosotros porque los tiempos no existen, porque las distancias se acortan mientras más pasan los días, si en mi mente no corriera ese relojito día-noche, marzo-abril, 1982-1983 entonces mi papá estuviera en este instante vivo, de hecho lo está, pero en 1985, puedo sentir que en esa cápsula verde de espacio sin tiempo mi papá se está tomando un vaso de leche en un momento cualquiera de su vida, quizá está jugando conmigo en este preciso instante, aun en mi casa pudiera verlo sin pensar que sin el tiempo todo se congela, sin tener la medida exacta o el concepto claro de saberlo muerto y olvidado en una tumba fría.
-Hola papá
-Que onda mija, ¿qué estás haciendo?
-ah, escribiendo sobre ti y el tiempo y la verdad más tangible que poseo, que es tu presencia.
-orale, te viajas Miriam, bueno, me voy a ver Acción.
-sale pa...
El otro día vi el agua del lavamanos color verde, mis ojos la vieron verde y mi mente cerró esa visión justificando el color hermoso del verde con un mareo. Probablemente fue verde, pero a quién creerle, los sentidos engañan, la mente también, aunque yo decido en qué creer.
Todo es música. Los acentos y el lenguaje están intrínsecamente ligados con el cosmos y su ruido ceremonioso, cuan abstractos los signos, poder darle un sonido a un dibujo trazado con una pluma, tener la capacidad de traducirlo con la voz a una palabra, ¡que preciado don de poder decir!. Los acentos sureños, norteños, cada lenguaje, las variaciones que existen entre cada persona, somos música, líricos al grado de estar entonados en un mismo acento.
Con cada persona que hablo se va pasando este acorde de mi voz y ellos me dejan el eco de su canción. A cada paso el viento va llevando notas musicales, silencios entre ellas y se va creando el puente verbal de la historia del hombre.
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