Ayer me desperté tarde, cociné nopales con queso, fuimos por un café con chai tradicionalmente llamado "dirty chai", luego la mañana en un puente colgante hecho en 1912, con chai calientito en mano y el sol mirándonos de frente. Después a conocer majestuosas casas antiguas en las que nunca pasó nada, en las que no hay historia, sino la de las familias.
Ya en "Old town", caminamos en un antiguo cementerio en donde conocimos historias de gente que murió joven, castigos impuestos, enfermedades que acabaron con la vida de alguien, y que por alguna razón trascendieron.
Más adelante me introduje en una casa victoriana "embrujada" en la que observé detalles de personas que vivieron otras mañanas, otras formas de vivir las tardes, vidas sencillas pero tal vez con las mismas aspiraciones que nosotros: ser feliz, sentirse amado, cumplir un sueño, alcanzar un propósito.
Pude contemplar sus viejos libros, sus elegantes alfombras, bellísimos juegos de té, candelabros, edredones, un teatro y un juzgado en casa. Subí una escalera que en lo cotidiano la familia "Whaley" subió. Entré en su privacidad, admiré sus cepillos, sus antiguos sofás, leí algunos títulos de los cuentos para niños, vi sus juguetes, me miré en sus espejos. Fue una experiencia extática.
El tiempo transcurrió al andar tranquilamente por lugarcitos viejos, con un delicioso sol abrazándonos.
Ya en casa, probé las delicias gastronómicas de John, mientras trataba de memorizar los pasos de sus recetas. Humus y papitas, "veggie chilli", té, y ver "The revenge of the nerds I", soundtrack de los 80s, además de varios capítulos de "Family guy".
Reír con el "sabroso" que reímos cuando estamos felices. :)
Gracias "Tío Juan" por tan bonito fin.
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