Me dan celos las princesas que tienen acceso a pasadizos secretos, muebles antiguos y cajitas musicales con collares heredados de la tatarabuela.
Me dan celos de la bisabuela que vivió historias extraordinarias y que se guardan como rígidos secretos en las columnas del castillo.
Me dan celos las enormes bibliotecas que guardan polvo de antaño y notitas de gente que leyó hace siglos, pensamientos plasmados celosamente individuales escritos en clave en algún pergamino.
Me dan celos las soledades y el frío de los mármoles egipcios, me dan celos las criptas, los pozos profundos y los secretos guardados al fondo de los ríos, el trasfondo de los hielos de Siberia, el silencio estridente del cosmos, la música no escuchada, toda la gente con la que no entablé palabra, me da celos el tiempo que no he vivido y que no viviré.