vamos lento,
vamos rápido,
vamos a tiempo;
Manifiesto de lo eterno,
Estamos solos,
aves de paso,
vamos rápido,
vamos a tiempo;
el sonido cadencioso y sin sentido de autos
que van y vienen en un absurdo sin cesar
aturde la tarde y toda esperanza.
Vamos, venimos,
no sabemos a dónde ni por qué,
no sabemos a dónde ni por qué,
y se repite una, otra vez.
Los rayos del sol penetran a lo profundo del asfalto,
la ciudad hierve,
la vida también.
la vida también.
El pensamiento edifica su cárcel,
se vuelve viento negro,
risa vedada,
compañía fantasma;
los espectaculares y edificios
caen a pedazos,
y las flores,
también las flores.
también las flores.
Después...
la poesía.
la poesía.
Manifiesto de lo eterno,
lenguaje ancestral,
canto del viento,
canto del viento,
manifiesto de la piedra, del desierto.
Y sí,
somos un saco de latidos sordos,
memoria y recuerdo,
somos un saco de latidos sordos,
memoria y recuerdo,
azar y sorpresa,
en un mundo cada vez más abrupto, violento, bárbaro,
disfrazado de sentido, de proyecto.
Estamos solos,
aves de paso,
y es únicamente nuestra
soledad
la que compartimos.
soledad
la que compartimos.
Siempre buscando un extracto
de nosotros en otros,
la urgencia de saber
quiénes somos,
encontrando preguntas,
y el solo reflejo de ser
carne y tiempo.
Estamos solos,
en silencio,
en silencio,
travesura de un dios aburrido
en una tarde amarilla de domingo;
¿nadie le advirtió el peligro de jugar con fuego?
!pobre!, también se sentía solo.
A veces es cansado respirar,
!oh dulce nada!...paraíso nuestro.
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