junio 11, 2014

Existencialismo de tarde (taller de martes bonitos)

Arrastrados por los días,
vamos lento,
vamos rápido,
vamos a tiempo;
el sonido cadencioso y sin sentido de autos 
que van y vienen en un absurdo sin cesar
aturde la tarde y toda esperanza.

Vamos, venimos,
no sabemos a dónde ni por qué,
y se repite una, otra vez.

Los rayos del sol penetran a lo profundo del asfalto, 
la ciudad hierve,
la vida también.

El pensamiento edifica su cárcel,
se vuelve viento negro,
risa vedada,
compañía fantasma;
los espectaculares y edificios
caen a pedazos,
y las flores,
también las flores.

Después...
la poesía.

Manifiesto de lo eterno, 
lenguaje ancestral,
canto del viento,
manifiesto de la piedra, del desierto.

Y sí,
somos un saco de latidos sordos,
memoria y recuerdo,
azar y sorpresa, 
en un mundo cada vez más abrupto, violento, bárbaro,
disfrazado de sentido, de proyecto.

Estamos solos,
aves de paso, 
y es únicamente nuestra
soledad
la que compartimos.

Siempre buscando un extracto
de nosotros en otros,
la urgencia de saber 
quiénes somos,
encontrando preguntas,
y el solo reflejo de ser 
carne y tiempo.

Estamos solos,
en silencio,
travesura de un dios aburrido
en una tarde amarilla de domingo;
¿nadie le advirtió el peligro de jugar con fuego?
!pobre!, también se sentía solo.

A veces es cansado respirar,
!oh dulce nada!...paraíso nuestro.

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