mi piel quiere reventar,
volverse lava;
caricia que es fuego,
penetra profundo
y lento.
Un beso líquido,
marejada que me envuelve
y despierta pulsos
hasta ahora desconocidos,
lato, palpito, me dilato,
necesidad de fundirnos,
su cuerpo en mí,
mi cuerpo en él,
danza tribal
que no tiene final.
Sus ojos en mí,
!tan abiertos!,
absorben quien soy,
desnuda,
transparente.
Lo pruebo,
descubro su néctar,
engullo su olor,
saboreo cada poro,
gramo a gramo.
Una cadencia,
es rota,
respiro febril,
sus manos grandes
me envuelven,
me funde entre sus piernas,
me abraza,
caricia en la espalda,
lienzo libre para amar,
su lengua me recorre
en un lenguaje nuevo,
su cuerpo y el mío
se confunden,
!siento!
no sé si soy él,
no sabe si soy yo,
su pecho caliente
late vertiginoso,
el mío dócil
olvidó y ya no sabe
decir no.
Fricción que estremece,
violento entre mis piernas,
me deshace,
dolor, placer,
se trastocan,
somos agua que fluye,
!estamos vivos!
torrentes de sangre,
sudor y placer
extallan en
orgumios en una
sobrehumítica agopausa.
Tiemblo,
ya no soy cuerpo,
trasciendo.
orgumios en una
sobrehumítica agopausa.
Tiemblo,
ya no soy cuerpo,
trasciendo.
1 comentario:
¨el mío dócil
olvidó y ya no sabe
decir no¨
Temblar y trascender.
Qué se da primero, Miriam?
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