Notas que nos invaden y se insertan en el cuerpo,
sin pedir permiso, sin avisar,
que mueven las células y
hacen cosquilla a las entrañas.
Tecla de piano que escarba
en lo profundo,
en ese recuerdo que estaba en el rincón,
y lo danza en un baile monstruoso
que libera a la memoria del encierro.
Secuencia que nos abre los ojos
y por fin podemos ver el mundo,
porque nos queda muy claro,
porque la música se vuelve lente,
una pantalla que nos transforma y transforma
todo lo que abraza.
Armonía que trastoca los sentidos,
y ya nada puede ser igual,
porque nos embiste,
rompe la burbuja,
y con una sola nota
revela el enigma,
y no hay vuelta atrás,
porque los ojos ya no son los mismos,
unos ojos húmedos,
desarmonías que se incrustan y
nos duelen, desvelando el misterio.
Ayeres que explotan con un grito,
mezclando el hoy,
poniendo en duda el futuro,
borrosa realidad con una voz.
Y el tiempo se vuelve una broma,
y todas las eras se bifurcan,
y él está vivo,
y la guitarra de Holly sigue ardiendo.
Dimensiones abiertas,
una vida que se concentra en el aquí,
una humanidad que se concentra en el allá,
blanco y negro, a color, !qué más da!
La música es una mano que se inserta en el alma,
la estruja, la acaricia, la revienta, la besa y la vuelve a inflar,
lo único que hace pausa y hechiza el instante ante esta vida tan plagada de realidad,
lo único que nos derrota y a la vez nos hace sentir gloriosos,
lo único que nos hace creer que ser futura mierda de gusanos habrá valido la pena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario