febrero 04, 2012

The bridges of Madison county


No recordaba lo bien que se siente llorar cuando algo nos conmueve, ayer vi "The bridges of Madison county" y lloré involuntariamente por largo rato, ¿cuántas historias bellísimas, tristes, trágicas, casuales, frías, de gloria esconde la naturaleza humana?; recuerdo muy bien que hace casi veinte años, siendo una niña, escuché a una vecina afirmar cuán triste y hermosa era esta historia, "Los puentes de Madison" ella dijo, y esa voz se quedó grabada en mi memoria, pues imaginaba colosales puentes plagados de flores, magnos, de una naturaleza espectacular, con largas cascadas que caían regias y un olor delicioso emanaba de ellas, pero ayer me di cuenta que no hace falta una belleza descomunal para encontrar grandeza en la sencillez, los puentes son un espacio íntimo, un refugio para el viajero, una invitación para hacerse uno con el atardecer, una pausa para el silencio en el ajetreado mundo del ruido, un punto en el universo en donde se desdibujan espacio-tiempo y todo es presente, el puente es el hogar del peregrino.

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