junio 18, 2009

Tan sólo un sonido

Me gusta la idea de la distancia, de no saber jamás quién eres, de dónde vienes, a dónde vas, de no conocer los perfiles inventados para formar identidades inventadas. Me gusta saber que puedes ser hombre, mujer, viejita, niña de doce años, ensueño, desvarío, un código binario que puedo decodificar por misterios patafísicos de actividad eléctrica. 

Me gusta saber que no te conoceré jamás, que existes y que no es necesario hacerlo, cuánto individualismo el de mi tiempo, cuánto ego flojo e indiferente de lo que sucede o no sucede. 

Que lindo es compartir el puro ser, como Lennon y Ono algún día lo hicieron. 

Que buena sinceridad la tuya, de seguro eres libre de victimizaciones producto de una educación telenovelera de Televisa, cosa de la que yo estoy llena, pues lloro en graduaciones, bodas, xv años, anuncios de altruismo, teletón, juguetón, en los finales holliwoodenses de películas de amor, en las finales de fútbol, lloro por que murió Ritchie Valenz, lloro por el Titanic, lloro… y sigo llorándole a mis muertos.

Pero ha de ser lindo deconstruirlo todo hasta lograr abstraerse y pensar en el absurdo, como cuando se repite varias veces un nombre, miriam, miriam, miriam, m i r i aa m, miri, miria, miriam, mi, hasta que pierde todo sentido y se vuelve sonido puro. La realidad no existe, que lindo no conocerte, incluso me gustaría no saber tu nombre, pues leerte y sentir esta conexión binaria/eléctrica es mucho más que saber que un grupo de consonantes definen tu ser en un sonido. J u l i e t a.

1 comentario:

Hipócrita de la vida dijo...

Gracias por leerme. Aunque me has dicho "no escribas", he escrito. aunque he dicho que "no me leerán", me has leído. Par de desobedientes. Me gusta.