No haría más nada, tan sólo te recordaría, pensaría en el preciso momento en que decidí estudiar filosofía y en el preciso instante en que luchaste para ir a buscar tu sueño a Tijuana a pesar de tener al mundo en tu contra; pensaría en la vez que me animé a pedirte un plumón y me senté a tu lado, lo que propició que aquella noche de rock & roll decidiera ir contigo a esa fiesta, en la cual conversamos hasta el amanecer, recordaría la noche en que dormí en tus brazos y me pediste tiernamente un beso; luego me transportaría al ejido Xiquilpan y a aquel amanecer de diciembre cuando te dije o me dijiste que si quería ser tu novia, sentiría ese frío y el calor de tu beso, pues todavía escucho los peces y tengo presente ese sol de alborada que tornó de un azul/amarillo mi recuerdo.
Si mañana muriese no haría más que pensar en cuánto te extrañaba cuando vivía en aquella ciudad fronteriza y que fue mi dulce hogar por veintitantos años; releería todas las cartas que me escribiste con el arrebato y el frenesí de un enamorado; recordaría Guadalajara y cada uno de sus parajes, desde mi colitis nerviosa por preocuparme sobre qué hablaríamos largos diez días, hasta aquella casa vieja y nuestras borracheras tan llenas de melodía.
Todavía huelo el perfume de aquella rosa y siento las semillitas del agua de chía que jamás había probado y me conseguiste no sé a que hora de la mañana en aquella Guadalajara de los dos, todavía recuerdo el brillo de tus ojos cuando supimos que estaríamos juntos por siempre.
Si mañana muriese sin duda recordaría el día de nuestra boda y el momento de poner la huella, ¡cuánto me temblaba el pulgar y el alma por saberme eternamente tuya!; recordaría mi vestido blanco, el frío de diciembre, tu hermoso traje negro, esa mirada, mi voz quebrantada cuando te canté, aquel poema, escucharía “Feelings” una y otra vez, recorrería ese camino de pétalos que me esperaba aquella noche, te besaría…. te besaría.
Si mañana fuese mi último día sobre esta tierra tan mía, recordaría la espera, sentiría el frío de la nieve cuando cerraron la Rumorosa y la noche se volvió perenne en espera de verte; inmortalizaría nuestra fiesta personal en aquel patio cubierto de luna; pensaría en aquellas caminatas por la Habana vieja y me cansaría de nuevo, olería la tierra mojada por esas lluvias torrenciales que inundaban de felicidad nuestras almas, la de aquellos chiquillos bailarines y descalzos que no necesitaban más que ver al cielo danzar en relámpagos y truenos que para ellos era cadencia y armonía, compás y melodía.
Pensaría en lo mucho que te amo, en las noches de box, cacahuates y gaseosas, en que adoro hacerte cajita para protegerte de tus malos sueños, me reiría sin parar por tus locuras… y te extrañaría, pero haría conciencia de que en este mundo incierto, de una obsolescencia inusitada y tan falto de certezas, pude conocer el amor y la amistad en alguien como tú, haría una reverencia al cosmos por propiciar que la materialidad que nos posee chocara coincidiendo en universo, vía láctea, planeta tierra, continente americano, México, Baja California, Tijuana-Mexicali, lenguaje castellano, Filosofía, edad aproximada, siglo correcto, tu hombre, yo mujer (¡aunque si fueses un conejo dientón te amaría!).
Si mañana muriese te buscara y te diese un beso en la mejilla, acurrucándome en tus brazos hasta el final… ¡que muerte tan dulce! …si mañana muriese.