octubre 14, 2008

Del absurdo


Fui a un velorio de un compañero del cual no recuerdo su cara pero sí su persona, mas¿qué importa su rostro cuando en realidad como dicen por ahí “la cara prejuicia a la gente”?, ojala todos estuviésemos envueltos en sacos de papas o quizá como John y Yoko cuando dieron una entrevista tapados con una sábana para que vieran que en realidad lo único que debe de contar es el alma, habría menos problemas si no tuviésemos cara; la gente malvada y de cara bonita no valdría en nuestro mundo, así como no importaría si fueses blanco o negro o café o rosita.

Me siento rara porque fui a una sala de velorio y olí flores (lo cual me disgusta), miré un ataúd, una vela, gente llorando, toda la parafernalia necesaria, incluso café.

Me siento rara porque quien murió tenía menos de 30 años, y siempre solemos decir, “era muy joven para morir”, pero ¿cuándo se es demasiado viejo para morir? ó ¿cuándo se rompe la línea entre la adolescencia y la juventud?, ¿cuándo entre la juventud y la madurez?, mi papá tenía 53 y para mi era un chamaco, no debió morir.

Me siento rara porque la señora perdió a su único hijo varón y vi su dolor, un dolor que no se merece nadie…

Me siento rara porque no tengo a quién renegarle que exista la muerte, ojala existiera un Dios que me explicara o ya de perdiz un diablo, … sería muy orgullosa y engreída si creyera que somos especiales como para poseer alguna eternidad, ni en el infierno ni en el cielo, polvo somos….

Me siento rara porque tengo recuerdos, porque duele saber que toda la parafernalia que realizamos día a día no sirve de nada, a fin de cuentas no hay ningún sentido, algún día todos habremos de morir, incluso este planeta tan mancillado por nosotros los parásitos de los humanos…, a menos que nos vayamos antes de que todo acabe a parasitar otro planeta de la vastedad aplastante del cosmos que existe por encima de nosotros.

Si se le ocurre a algún meteorito desviar sus fuerzas hacia este planetita a la vuelta de 10 minutos ocurre otro apagón como el de mis amigos los dinosaurios, no… si no estoy triste, es lo peor, cuando uno esta triste nada más llora y ya, luego alguien te da una palmadita en la espalda y se cura el dolor…, pero este dolor que siento es seco, no tiene lágrimas, es asfixiante, es un absurdo que observo y que no quisiera ver, es el absurdo al que día a día nos enfrentamos todos los seres humanos, pero no los animalitos….

Es tan grande mi ego que todavía soy capaz de sentir dolor por ese proceso tan natural que es el de desaparecer por siempre en el cosmos para formar parte del deslumbrante polvo de estrellas… para siempre.

Me siento rara porque las calles se ven vacías, porque es sábado, porque todo tiene nombre y yo también, Miriam… qué significa este garabato, me gusta el dibujo de mi nombre, tiene equilibrio, pero igual de absurdo se vuelve al repetirlo incontables veces.

Las únicas tres cosas hermosas que tengo y que me salvan de estos destellos de conciencia son mi amado, mi familia y la música. Soy un cuerpo, un sistema y nada más, si me abren soy pura tripa y entrañas, un hígado, un corazón, tejido, huesos y sangre, desechos, y ya…., seré banquete de gusanos…, no seré egoísta y dejaré que me coman para ser parte de ese ciclo de vida.

Me siento rara porque qué diferencia hay de hoy estar viva, en dos días puede que a uno lo estén velando, mientras hacen los trámites, que triste…, ¿y los sueños dónde?, ¿dónde la ilusión? Si este tiempo no existe, ¿si quiebro este reloj la vida se despedaza?, no…. Todo son medidas del humano, todo es a su medida.

Pues qué es esto pues, aquel muchacho lo dijo conciente, “ya se acabo, hasta aquí llegué”, que pasa, decía Nietzsche que sería mejor escoger el día de nuestra muerte con dignidad, despidiéndonos de todos nuestros seres amados, habiendo terminado nuestra misión, respetando el tiempo que naturalmente se nos da, y eso que hoy vivimos de más, en el siglo XIX la media de vida de un obrero en Inglaterra era de 23 años, y de un burgués era de cuarentaytantos…, y hoy nos quejamos, yo quisiera vivir hasta los 104, pero es nada más por una cosa, sentir este amor que es lo único que me salva, de no ser así no sé…, él es la única persona que me hace sentir que esto es real, que no somos un holograma, o una vacilada de algún Dios, o Extraterrestre.

Pero es que todo es falso, todo son aparatos, sistemas, instituciones, incluso yo soy hecha por televisa, por cepillín, por los medios, pura institución, ¿quién soy yo pues?, ¿quién es m i r i a m?, quisiera estar ahogada…, si no es falta de ganas, sino de centavos…, decía una amiga que cuando ya no le encontrara sentido a la vida tuviera un hijo… jaja.
Los hijos, estoy segura que le darán un gran sentido, ha de ser como llegar al Nirvana, tener un hijo… que chingón va a ser sentir ese dolor, o esos 3 dolores, que chingonsísimo va a ser que una persona que salga de mis adentros me hable y me ponga retos, y yo la alimente, me da gusto ser mujer, porque eso de tener hijitos hace fuerte esta estructura, por lo menos tengo la opción de tenerlos, ojalá algún día…

De John Lennon, “Love is free, free is love, love is knowing we can be”
Admiro a John Lennon no tanto por su talento musical, sino por su espíritu, era un ser sublime, el ser que me hizo creer que existe el amor por su ejemplo de vida y su entrega total.

De la más corriente...

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Lo veo, todo su ser emana ternura y calor, su amor es una luz que me guía, el café brillante de sus ojos me lo dice.
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Unos payasos en el Zacazonapan, un alma partida en dos, las calles del centro de Tijuana, estas ansias por decir, por explotar, toda esa combinación y un destino presagiado me llevaron a ella, mi gemela en tiempo-espacio. Sin todo ese dolor, sin esos payasos, sin esa Tijuana gris y sucia no la hubiese conocido, estoy segura…
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Despierto de mi sueño dogmático y me siento viva, me sumerjo en los avatares de la vida y los acepto con gusto, es mi tiempo, estoy caminando, estoy engullendo mi presente a cada segundo, ¡a cada instante te alcanzo presente!, no existen los futuros… no los comprendo, esta percepción temporal me indica que lo único que puedo llegar a comprender es este presente, en el cual actúo, en el que debo entregar todo lo que soy, pues la vida no se realiza en esperas.
No sé cuando he de morir, desconozco el día de mi fenecimiento, y me da gusto, quisiera que fuera sorpresa, que nada me avise y encontrarme con el caos universal, un caos que no alcanzamos a comprender por esas categorías de tiempo-espacio que nos limitan.
Me congratulo de vivir en este tiempo, de poder ser uno con la persona que amo tanto, de hallarle un sentido al absurdo de la vida.
Es mejor haber amado que morir sin haber sentido ningún dolor. Que mi epitafio no sea más que una cruz de madera de la más corriente…