Van y vienen,
se cansan, meditan,
no tienen a dónde ir,
se desvanecen con los piecitos rotos,
fallecen ante la espera de nada,
no hay horizonte por alcanzar.
En el centro de la plaza
hay una ventana sucia,
ellas asoman adentro,
no hay lecho donde soñar,
ellas asoman afuera,
no hay patio donde jugar.
En la tierra que era nuestra
ahora solo hay edificios
y un tiempo ajeno
a la lluvia y al viento.
Ave encendida,
no soporta la jaula de esta vida,
¿cuántas historias son las que han callado,
aquellas niñas que hemos olvidado?
Y hay quien jamás se rinde,
va a su paso,
carita sucia,
de cara a la muerte,
recorriendo esquinas,
frente a los semáforos, .
Hay otras que con su barro y fatiga
le sonríen al camino
sacudiéndose el polvo
y esperando su destino.
¡No hay lenguaje más que la poesía!
para esas sombras que no descansan,
seguro las has visto en las veredas,
buscando con rabia la esperanza.
¡En memoria de todas las peregrinas que se han quedado en el camino!