Ante el encierro en el tiempo,
en el que no se vive,
en el que no se canta,
ni baila.
Ante las prisas inventadas,
yendo a la nada,
acelerando,
desapreciendo.
Ante el olvido de sí mismo,
de olvidar el sueño,
ser sin voluntad,
sin elección, sin libertad.
Ante el vórtice de repetir,
donde todo está dicho,
donde somos algoritmo,
estadística y ya.
2020 y nada está escrito,
siglos de creencias en el abismo,
hoy somos carne, sentidos,
materia fugaz, fluidos.
En cada ojo un universo,
no hay vuelta atrás,
no hay vuelta atrás.
mayo 05, 2020
mayo 01, 2020
De la memoria cósmica
Por mucho tiempo me he sentido o tonta o irresponsable por no recordar datos que la gente quisiera que yo recordara, datos que a ellas, ellos les parecen dignos de recordar o muy obvios, y me lo dicen así:
¡¿Neta, no te acuerdas?!,
¡ay Aspy (de asperger)!
¡Miri, te quiero a pesar de ti!
¡ay no mames!, ¿netaaa?, ¡te estás haciendo bien guey!,
¡nada más recuerdas lo que te conviene!,
¡qué mala onda, seguro no lo recuerdas porque no te parece importante!
Y ante esas expresiones, no pretendo victimizarme, sino expresar lo que siento porque al fin y al cabo me gusta más mi memoria. He de decir que a veces me he sentido devaluada, triste y muy sola por no conectar con el mundo real, por no poner el peso de mi memoria en los días en que pasa la basura, en el 5 de mayo, en que se está acabando el papel de baño, y un gran etcétera. Creo que seguramente en este gran planeta de tantas personas, tal vez por lo menos 1/4 se identifique con mi memoria.
Por lo que he decidido hacer un recuento de la memoria que sí tengo y que también es valiosa. Mi querida amiga y roomie Bo dice que mi memoria es cósmica, entonces les diré lo que sí recuerdo:
Recuerdo las sinuosidades de la carretera de la Rumorosa, como un retrato.
La risa estruendosa y el chiflido de mi padre, y las mentadas a mis tíos en tono de broma.
El amor que se le desborda a mi madre y que alcanza para tantas vidas; sus sopitas con huevo, su pastel de queso, que cada cumpleaños me desmañana con una llamada cantándome las mañanitas en varias versiones.
La navidad en que mi hermano se puso de rodillas para entregarle un anillo al amor de su vida.
El alma fundida en la guitarra del dulce y enorme Devol.
La chulada de la Jícama y yo en el barecito que era nada más para nosotras, carcajadas con Bronco y las mejores caguamas de la vida.
Los ojos brillantes de mi hermano al abrazar a su Emilio.
El cumpleaños en que mi hermano me llevó una sorpresa de payasos comediantes albureros.
Los ojos brillantes de mi hermano al abrazar a su Emilio.
El cumpleaños en que mi hermano me llevó una sorpresa de payasos comediantes albureros.
Los bailecitos de mi abuela Justina y las locuras del señor Don Carlos, abuelo mío, que tanto me heredó con su espíritu exaltado y fiestero.
Al Alex del Nelson y toda su magia en ese bar, su amistad perenne y las especiales perfectas.
A la Keylunchis y todo el rock & roll compartido, vivir juntas en una fiesta eterna.
Al Alex del Nelson y toda su magia en ese bar, su amistad perenne y las especiales perfectas.
A la Keylunchis y todo el rock & roll compartido, vivir juntas en una fiesta eterna.
La generosidad y cariño de mi amiga Li Bo cuidándome día y noche cuando estuve enferma.
A mi roomie Omar y sus bromas que parecen reales y que no sé distinguir si bromea o no, y toda su bondad.
A mi amigaza Karina Villalobos y esos chismaxos duraderos y profundos.
A mi roomie Omar y sus bromas que parecen reales y que no sé distinguir si bromea o no, y toda su bondad.
A mi amigaza Karina Villalobos y esos chismaxos duraderos y profundos.
Tecate, la Coca- Cola, la fogata, The Beatles, la filosofía, mis ojos bien abiertos ante un mundo nuevo, y la queja de no haber logrado lo que Alejandro Magno a sus 22.
La protección y fuerza que siento al estar a lado de mi Pilunchis, también recuerdo la lloradera ante las chickflicks.
La transparencia majestuosa de los ojitos de Emilio bebé.
El sentimiento desbordado que no podía contener cuando leí por primera vez Piedra de Sol.
A mi padre jalándome con un cinto amarrado a una caja de cartón, y yo viajando por el cosmos absoluto.
La secundaria y haber ganado un concurso de belleza como princesa primera al vestirme de Saturday Night Fever.
Cuba, el amor que trasciende todo, música que venía del mar y niños descalzos y felices bajo una lluvia tropical.
Ese roadtrip a las Vegas con la abuela y mi best friend Manuel (y lo recuerdo consolándome en el velorio de mi padre).
El roadtrip a Disney, caerme persiguiendo una burbuja, estar toda llena de glitter y al final, al ver el show "World of colour" llorar y llorar y tener la sensación de querer ser mejor persona.
Saberme completas infinidad de canciones, de The Beatles principalmente; y recuerdo hablar de datos inútiles del rock de los 50s con mi padre, a mis 12 o 13 años mencionando a Buddy Holly, Chuck Berry, The Chordettes.
Que se dieron las 5 de la mañana y yo era un mar de lágrimas con Gone with the wind, y recuerdo ese abrazo de consuelo.
Las fiestotas del Vindi que perdurarán en la memoria colectiva chikalense.
Las fiestotas del Vindi que perdurarán en la memoria colectiva chikalense.
Tocar el timbre tres veces y un ser muy especial venía a recibirme todos los días.
A mi amigo Manuel y yo carcajeándonos mientras hablábamos de la mierda y cantábamos Beatle songs en Telvista.
Las tocadas-comida-rock&roll con mi amigo Smokey.
Al bello Maresitos de la vida y esos roadtrips a Ensenada con la luna nada más.
Al bello Maresitos de la vida y esos roadtrips a Ensenada con la luna nada más.
Guanajuato y sus callejones, y cómo se fue poco a poco incrustando en mi alma.
A la Judy-Moody de mi amor bajando en su exuberante abrigo rojo y cómo se abrió un portal cósmico para nuestras vidas, de puro amor.
A mi amiga Dulce diciéndome: voy a hacer una banda y como tú no sabes tocar nada, pues tú vas a cantar. :)
Concluyo que mi memoria sí es efectiva, para la belleza nada más.
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