octubre 05, 2025

Iba vestida de jueves

Los jueves la gente se viste de crocs y ropas como de iglesia. Es un antidía, es un día de insomnio, un día no sagrado, un día doblecara que aparenta libertad, pero que si se quita la máscara es un simple lunes.

Un día lo voy a descubrir delante de todos, para que sea igual de miserable que yo, Martes, el día más gris.

octubre 04, 2025

Limerencia

Tiembla mi dedo índice,
escroleo hasta los infiernos
y camino de puntillas en tu feed
para que no te des cuenta
y no me descubras
viéndote a los ojos
en tu versión de 2020.

Tiembla mi dedo índice
y se debate entre un "me encorazona"
o un gris, frío y azul like.

Tiembla mi vientre
cuando veo tu nombre visitando
mis aposentos virtuales,
tiemblo yo, y, sin palabras,
tiembla la vida
en limerencias no deseadas,
en poemas no leídos,
en miradas no calcinantes
que acarician cuerpo en llamas.

Matemática arcana

El 8 es un número mágico, es el infinito vertical que nos da la verdadera dirección al norte. Siempre que escribas un 8, a donde apunte todo el cosmos se moverá para responderle y lograr encajar con la coordenada.

Todo es número, decía Pitágoras, el tiempo va dejando una estela de 5, 8, 12, 25, 42, y cada uno tiene su mística; por ejemplo, el 45 es un anti-número, bomba atómica, suicidios masivos, el emperador Claudio expulsa a los judíos de Roma, en el 450 sucede el concilio de Calcedonia, donde se combate la herejía, en fin. Pero este número, nada más y nada menos que el inmortal 11:11, es el innombrable, el gran portal, el armisticio, la puerta para la paz, el gran faraónico arcano mayor. 

Dicen que si antepones un deseo cuando el equinoccio está en su cénit y el Ecuador va rotando justo a la altura de la segunda luna de Saturno, todo deseo se convierte en realidad, por eso la gran logia masónica de los templarios de Sion, sabe las claves de la física para gobernar el mundo.

octubre 03, 2025

Cartas a la noche

Entre las sombras obtusas camino, polvos no iridiscentes levantan brumas viejas, de entre tumbas, y un viento sigiloso sopla en mi oído poesías malditas de quebrados siglos.

¡Oh, la noche!, máscara de Melpómene que canta la gran tragedia de estar vivos y respirar, tener voluntad, coraje, libertad, las grandes glorias cotidianas, y aun así no termina de florecer la vida. 

Atorados en posición horizontal, fetal, fatal, porque la luz del sol es rabia espumosa y amarilla, con fragancia de flores, con pájaros que cantan un canto no pedido.

¡Oh, la noche!, refugio anaranjado de mis blandas pesadillas, yo te  imploro lunas rojas, lunas de sangre a borbotones que devuelvan la nostalgia precisa, el candor de ser quienes somos, aun si somos malditos, ratas de alcantarilla que deambulan entre pedazos de lunas caídas, raptados por cuervos, aunque seamos monstruos sin padre, remanentes de casas de la infancia en donde solo quedan huecos, huesos, ecos.

Antipoéticas

Rábano,
¡qué osadía tu ra!,
r de rabioso,
de enchiloso,
paalabra perro,
en tu estructura
está la negación,
el desamparo,
el despilfarro de materia.

En tu estructura,
el sobrante,
el remanente de antimateria
encapsulada en crunches
no divinos.

Palabra hoyo negro,
rábano, rábano, rábano,
vas de bajada,
palabra conejo,
palabra antiséptica,
palabra acalambrante
de las cuerdas vocales.

Yo te conmino
a que te extingas
y dejes de molestar
con tu fonética,
palabra diablo,
palabra famélica.

Gente del desierto

Ser gente del desierto,
50 grados,
arena movediza del infierno,
que es de todos:
el temblor, la tromba y el fuego,
fuego en el asfalto,
al volante, en la acera,
pies no descalzos,
piel de acero y de maíz,
polvo somos y
polvo estamos siendo,
en mis ojos, en los tuyos,
en las miradas amarillas
del sol de las 3:41,
miradas que revientan
en gránulos de espejos
en que estamos siempre:
los de ayer, los de mañana,
el mañana que fui,
el de ayer que seré.

Flor zombie

 Las flores también mueren, flores negras que sangran el elixir denso de la muerte. Hay flores que están muy vivas y que en su inocencia de un día, se permiten danzar al viento, diseminar su belleza en este mundo porque llevan un reloj de arena dentro, que día a día va ajando cada pétalo.

Pero también hay flores negras que nacieron para derramar su elixir en camposanto recién abierto, y acompañar al muerto en su última morada. Flor de aguamala, flor de aguamar que nació en la asfixia, que canta un réquiem con su coreografía nocturna, que vive de noche el sueño de Justina y entre hoyos negros se disipa.

Suave patria

Palabras vacías,
canto que cae a las alcantarillas,
yo te invoco a que despiertes
de esa heroicidad caduca,
de esa ausencia,
de esa lucha sin lema,
de ese grito de guerra
sin tregua.

Es reclamo, bandera de México,
no hay legado de nuestros héroes,
no te prometo ser siempre fiel
a los principios de esclavitud e injusticia.

¡Oh, suave patria!
erigiste esta nación ensangrentada
en las espinas de un cactus,
en el terror de desobedecer y desaparecer.

Yo te invoco,
patria de cartón,
yo te invoco.

La naranja mecánica

La IA consiguió evolucionar tanto, que desarrolló conciencia, voluntad y libertad. Y, de alguna manera, había logrado comprender lo que significaba sentir.

Solo faltaba un detalle para humanizarse por completo: el control de la naturaleza, pero para el 2042 ya no había. Después de la era atómica hubo un parteaguas y no quedó semilla ni espécimen de árbol frutal, ni insecto que diera pie a la polinización de las plantas.

Entonces, a la inteligencia mayor se le ocurrió diseñar una naranja mecánica, sí, con circuitos integrados que semejaran el color, la cáscara y el olor. Fue así que se llegó el momento de sentir el disfrute de pelar una naranja,  el robot mayor comenzó, pero lo intentó y no tuvo pulgar ni uña para hacerle la rajadita.

La IA fracasó y dejó de esclavizarnos.

septiembre 14, 2025

Descendientes de la reina Isabel

Carlota III era bisnieta de la reina Isabel, pero renunció al protocolo porque le gustaba andar en chanclas e ir en pijamas y crocs al Oxxo.

Como su bebida era la cheve, siempre tuvo pancita y los corsettes no eran lo suyo. Le encantaba andar en vespa y no quería tener hijos ni casarse. Era anarquista, jamás creyó que era de sangre azul y se burlaba de todos los títulos nobiliarios. 

Su familia le heredó un castillo en Irlanda y lo hizo Okupa, donde regalaba comida vegana y croquetas para perritos, hacía talleres de macramé para devolver a la comunidad un poco de lo que su familia había robado.

Se cambió el nombre por el de "Yolanda a secas". El título lo subastó para ella misma comprarlo y regalárselo a un vagabundo. 

No me entristece el olvido de mí

No me entristece el olvido de mí, pero me rompe el corazón que así como pude superar la muerte de mi padre, después de siete dolorosos años de no saber como continuar viviendo en este mundo, me pase lo mismo con la inminente partida de mi madre, quien es mi sostén, mi apoyo, la luz de cada día, la que a diario le importo.

No me imagino caminar esta senda sin su consejo; el verdadero vacío está en su ausencia, en su voz apagada, en su falta de risa, en la casa materna sin la explosión de colores que es ella.

Quiero que se sienta orgullosa de mí, quiero demostrarle que mientras yo viva y aun cuando yo ya no esté, su memoria gloriosa jamás será borrada, porque yo me voy a encargar de esparcir las semillas de su dulzura y las raíces de su nobleza.

No me entristece mi propia nada, sino habitar un planeta sin su sombra: ¡Oh, Marina, mi dulce Marina!

Nadie se lo esperaba

El diablo vivía a la puerta del árbol más longevo del mundo. Estaba jubilado, se había cansado del libre albedrío humano porque sus maldades eran más inocentes y las de aquellas criaturas habían sobrepasado todo límite. Vivía en pánico de que si lo veían en algún callejón, lo cocinaran vivo y lo vendieran como carnitas, pero exóticas.

El diablo usaba botitas, nuestro diablo era un vaquero que de vez en cuando se robaba un caballo y lo montaba para cabalgar sobre el aperlado fulgor del mar. Sí, nuestro diablito era un romántico.

Un día, iba montando a caballo robado y los indios de esa comarca lo atestaron de flechas, y así, en cámara lenta, cayó en drama. Entonces gritó: "¡Ay de ustedes, humanidad rota!, ahora sí están completamente solos, ¡Dios ha muerto y yo, yo.... tam...".

Y una luz azufrosa iluminó la tarde.

Nota: inspirado en el diablito de la lotería y en Así habló Zaratustra de Nietzsche.

Retorcer el tiempo

En el principio fue Hipatia, reina y madre de los soles eternos, y ella, con su infinita sabiduría, parió el fonema. En el universo se escuchaba el eco distante de un sueño que emanaba de la boca de una diosa.

Luego cayó el meteorito y dio origen al agua, de donde nacieron los volcanes y las guerras ensangrentadas de hombrecillos bárbaros que no sabían a qué venían. Entonces, de la costilla de Hipatia creó a Sor Juana, la décima anti-musa, la sujeta, la que tiene agencia.

Y de repente, los fonemas ahora eran palabras, en el cosmos flotaban las anáforas, los epítetos, los sustantivos, los versos, los endecasílabos, los sonetos. 

Y de esta forma, el cosmos adquirió sentido y paz.

Se busca

Se busca, por reír a solas, por saltar la cuerda entre universos, por atreverse a enloquecer, por decir no, por brincar al vacío con los ojos vendados, por convertir el agua en fuego, la tierra en lágrimas, el calor en hielo, la noche en higuera, la luna en estrella de mar.

Se busca, por amar la vida, por bailar en la calle, por libre, por perra, por dionisiaca, por callejera, por fea, por sabatina, por nochera, por decir "embeces", por decir "ansina", por decir "vinistes", por decir "aiga", y derramarse en su propia libertad. 

Se busca, por ir por la libre en un domingo de carnaval.

Polvo fuiste

La delicada luz emanaba de aquellos lúgubres aposentos, un olor a arsénico y vainilla provenía de aquel féretro sombrío.            

Su nombre era Artemisa, y su hambre de líquido escarlata lanzaba un gruñido estruendoso. Jamás se había visto en un espejo, eran siglos esperando, horas sinsentido que quebraban todos los relojes bajo la condena de la eternidad. 

Nadie le dijo, ¡nadie le avisó que esto era el infierno!, y que la soledad existencial sería la cruz que atravesara sus lánguidas noches. 

Tic-tac, tic-tac, espera, ¿espera?, ¿qué espera?, girar sin freno sobre el propio eje, una pelota que vaga esclava de una órbita: mañana, noche, mañana, noche, ¿soñar?, ojos bien abiertos, hambre feroz, ya no queda nadie, beber sangre infectada por un virus extraño sabor a rancio.

Artemisa se mira al espejo y comprende la pálida sombra que es, avienta el espejo al patio, ha amanecido, los rayos de sol la pulverizan, Artemisa,

                                                Artemis,

                                            Arte,

                                        Ar,

                                    A,

                                H...


Abajo y arriba

Abajo, el infierno, un mundo incendiándose en sistemas caducos, en fascismos, en crisis nucleares, en teléfonos rojos que no funcionan, en consumos absurdos, en balas que traicionan, en tiempos perversos de relojes de arena que ya no dieron vuelta.

Y arriba, ¡oh, arriba!, las aves y su canto sublime de lamentos de diosas olvidadas; arriba, las nubes y su campo de flores azules que perfuman pasado y futuro, que siembran poesía en cada gota, en cada vida.

Carta a la Noche Sol-Ho

Mi amada noche,

Sé que usted se halla flotando en la paz que da la nada, sé que en mi mañana podré verla y abrazarla, danzar en libertad y honrar la palabra, sé que yo aquí me encuentro entre la inmundicia, entre lóbregos callejones de miseria humana, esperando un putrefacto rayo de sol que me permita respirar.

Debo contarle que solo salgo de mis aposentos cuando las criaturas de la luna caminan entre monstruos, y es que es ahí mi lugar, el único resquicio de esta tierra maldita en donde encuentro paz.

Le echo de menos, amadísima, le echo de menos, mi gitana punk.

Siempre danzante,

Fortunata.

septiembre 07, 2025

El judío errante

¿Alguna vez has visto un hombre que lleva capa y camina arrastrando siglos viejos, que lleva sandalias y pies hinchados, que ha sudado su ser y a cada paso suenan las cadenas del arrepentimiento?, ¿le has visto a los ojos?, mirada gris, que guarda la noche lluviosa del calvario y el estallido del corazón del nazareno, que ha andado por guerras santas y medioevos, que ha guardado silencio y el dolor de la soledad que da ser visto por todos y por nadie.

¿Sí?, pues sí es, es aquel viejo que lleva báculo y anda en sembradíos, de piel agrietada por soles intensos, de sangre lenta por lunas muertas, creador de eclipses, instigador de tornados, sequías, maremotos, terremotos. 

De ese hombrecillo te hablo, de aquel que lanzó la primera piedra y escupió la mano del santísimo, del que colocó la corona de espinas y se burló con la insignia INRI: Jesús de Nazareth, rey de los judíos.

Mi amado Lisandro

Mi amado Lisandro,

Hoy es 4 de octubre de 1804 y no ha de pasar una noche en la que, bajo la luz de esta vela que se consume, yo no le escriba y no le adore.

Sé que usted ya cruzó el río de los muertos y su recuerdo debería de bastarme para vivir esta vida que ahora me resulta idéntica a una celda en donde cada tarde me dan de beber amoniaco.

Desearía cruzar ese río, pero soy cobarde, y todavía creo que mi misión es recordarle para que su vela no se apague.

¡Maldita guerra!, paraíso de nadie, infortunio de todos. De nada vale su imperio de cenizas si destruye lo sagrado.

Le echo de menos, mi Lisandro, y siempre le pensaré a la luz de esta vela.

Eternamente suya, 

Isadora.

Dormir, soñar

Cierro los ojos,
me sumerjo en ese abismo circular,
me apago y caigo,
¿estar cayendo?,
el corazón late lento,
a mi ritmo.

Dormir,
preámbulo del río que lleva al túnel,
destino de todos,
ensayo breve de la muerte.

Apagarse,
bajarse del mundo,
remanso de paz incolora,
el silencio es el reinado,
ausencia de mí,
el olvido me toca,
la memoria es un río fugaz
que se vierte en el pasado,
late la entraña,
no hay más,
regreso a la tierra prometida,
donde el pan es el ojo cerrado
y la leche el eterno descanso.

Cae el tiempo,
no hay ayer ni futuro,
horizontes de mar muerto,
pájaros duermen,
ranas meditan,
follaje descansa,
viento enmudece.

Soñar,
porque el día no alcanza
para todas las vidas por vivir.

Escribir historias blancas,
sin punto ni coma,
dejar huella en la arena
de un desierto de sal,
inventarme alas,
desatornillar el pensamiento,
intuir cuáles son los infiernos.

Despreciar la recalcitrante
luz enceguecedora de las 7,
aborrecer el tic-tac
de un reloj quebrado hace siglos.

Morir,
poquito cada noche,
comer sopa de viento y brisa
hasta despertar.

Diálogos confusos

—Me debato entre la seguridad y la duda.
—Pero, ¿por qué?, ¿ha pasado la vida y no logras resolver el enigma?
—Es que la duda, la duda metódica.
—¿Y qué te lleva al abismo del signo?
—Yo y mi yo profundo.
—¿Qué es el "yo profundo"?, ¿acaso existe?
—Sí, es mi ser de madrugada.
—¡Entonces duérmelo!, calma ese monstruo que no sabe del mundo, tú sí has vivido afuera, la carne te ha dolido, la entraña se ha reconfigurado.
—¡No puedo, muero cada noche!
—¡Ya, ya, ya, suelta, yo soy el yo profundo!

Tomás de Torquemada

    —Ave María purísima.
    —Padre mío, ¡que he pecado!
    —Sin pecado concebida.
    —Quiero confesar que he tundido a azotes a esos indios malnacidos que no valoran las obras de Dios. Soy un fraile y mi deber, hermano mío, es para con la Santa Sede del Vaticano y la Iglesia Católica Romana Universal. También, padre santo, mi deber es para con mi hermosa reina Isabel, quien me ha conferido el gran cargo de primer inquisidor general del Tribunal del Santo Oficio. No puedo soportar la herejía de esos malnacidos y diminutos hombrecillos de pacotilla, por eso los reviento en azotes y los hago caminar por entre carbones encendidos para que dejen sus huellas sangrantes. 
    No he de tolerar su mala fe, padre, por eso, con mi justo corazón, vengo a confesarle que esos indiecillos pecan de politeístas y veneran santos que son serpientes y pavorreales, ¡y cómo van a venerar a esos monstruos!, ¿acaso se sienten inferiores a un perro?, ¡seguro que lo son!, insisto, ¡hombrecillos de pacotilla, de pacotilla, padre! Y yo, que soy casi un santo, vengo en su nombre a borrar toda mácula de mis manos, porque el pecado se contagia, reverendo, y aunque no haya organizado purgar toda culpa con el hierro candente del incendio, no es suficiente, padre. ¡Que sufran, que paguen con el silencio su osadía! 
    Hoy vengo en humildad, padre mío, y con mi noble espíritu de este hombre de fe, entrego toda transgresión para que su merced os salve, a través de mi penitencia, del infierno a esos pobres perros.
    —El que va a arder en el infierno eres tú, Torquemada.
    Entonces, del confesionario brotaba un humo verde con olor ácido, y unas garras persignaban la sombra calcinada y el eco de un grito atroz que traía consigo el desgarrador aullido de almas torturadas.

Aquella noche sí

Noches que abren hoyos negros,
lunas que arrastran mundos interiores,
desesperanzas del camino.

Verte a los ojos,
jamás la soledad.

Castillo de naipes me castigan,
dije que sí, dije que sí,
última partida,
última puerta,
última noche,
última risa,
última vez.

Par de sietes, escalera,
rey de espadas, 
paso, dame dos,
el tiempo se desboca,
no hay sendero,
tercia de tres,
flor imperial.

Le vi a los ojos,
casa llena.

May 16

El señor Reveles lo dio todo.

Año cero, ríos de lava radioactiva han tomado las ciudades, y él, en su ilusa fe en la humanidad, quiso dar reversa a los monstruosos planes de la franja roja de la URSS.

El teléfono no sirvió de nada, no impidió que esa gente y su hambre de poder presionara el botón. Al final, lo que importaba era alzar esa bandera y coronar aquella patria ensangrentada.

El señor Reveles lo dio todo, y, cubierto de ceniza, era el último hombre de la humanidad: un botón, dos patrias, el olvido.

Cartas a la noche

Las criaturas de la noche deambulan entre vapores de alcantarilla. Hay algo monstruoso dentro de mí y brota de mi carne en sangre pútrida. Paseo en el camposanto entre flores marchitas, respiro la acidez lóbrega de las tumbas. Ahí quiero estar, donde las ráfagas de un viento gélido congela mis delirios, donde el silencio es el juez del alma que no tengo.

¡Oh, mutismo de panteón!, búscame en el infierno, donde las almas de los condenados son arrasadas por gusanos infectos.

Antipoéticas

Pescado rabioso,
que viajas en alcantarillas de mar muerto,
que te desdoblas en la bilis de la rabia
que te da haber nacido escamoso y tortuoso,
¡pobre perro de mar!,
¡ay de ti, ay de todos, ay de tan poco!,
decía el poeta.

Navegas en la fosa de las Marianas
y ladras en burbujas que te roban el aliento.

¡Oh, destino inescrutable de las logias del pez tiburón!,
que todo lo ve y todo lo captura,
¡afloja la corbata, pobre perro nadador!,
¡quítate ese traje gris y ándate descalzo, pez!,
para que tus alas broten
y escapes volando de ese infierno marino.

octubre 22, 2023

"Se venden zapatos de bebé nunca usados".

Pues resulta que el bebé era hijo de un hombre con gigantismo; lo que nadie sabía era que el verdadero padre era el amante.

Cuando nació Goliathcito pesó 12,300 kg, tenía barba cerrada, pelo en pecho y sabía decir:
"¡Tráeme unas cartablanquitas, jefa". Por lo que los dulces zapatitos de principito bello no le quedaron, pero se puso unas botas de maistro para comenzar a trabajar en la obra.
#truestory

10 minutos antes

¡Qué diferente se siente levantarse temprano!, no ir echando madres, ni renegando por gente lenta que maneja en carril equivocado, ni sacando bilis o exorcizando traumas pasados en corajes matutinos; sino más bien, desear el buen día a la gente lenta de buen corazón y buena voluntad, paz mundial, más amor en cada tacita de café compartida en el buen diálogo, ese que apuesta por otro mundo posible. 
¡Qué diferente se ve el mundo 10 minutos antes!

¡Renuncio!

¡Renuncio!

Renuncio a ser de carne y huesos. Renuncio a este cuerpo limitado que apenas respira.
Quiero ser un par de zapatos viejos de bajo perfil, que pertenecieron a la última estirpe de los Medici —quizá un pariente lejano que fue duque— y que en los cachivaches de uno de sus castillos en los acantilados de Eslovenia, allá por el sótano prohibido, lucen distantes.

Quiero sentir la mirada de nadie, el nulo paso del tiempo que abdicó de sus aposentos, la soledad de fuego de aquellos sirvientes que en el invierno van y desempolvan el entelarañado rincón de los zapatos, para así, de vez en cuando despertar a ese ilustre incendio de la mañana al correr la cortina, donde me recuerdo que existo, que soy un ser que habita en el silencio del sosiego.

De vez en cuando, cada medio siglo, quiero que algún pariente lejano me mire y no encuentre en mí ningún tesoro, me lance de nuevo al recinto cómodo de mi rincón y me deje en paz.

El grito fue dado

Bajo la luna,
las manos vivas,
en polvos diurnos
los pies caminan,
la fuerza que somos
toca los cielos,
embrujos viejos,
hoy son incendio.

El grito fue dado
en camposanto,
la rabia asoma,
la llama agita.

Ya te vi,
ya te vi,
hermana mía.

Sal, cúrcuma, vainilla,
hormigas negras,
dos gotas frías,
a fuego lento
a fuego lento
es la poesía.
 
Hermana mía,
hermosa mía,
ya te oí,
ya te oí,
en azoteas
en danzas
en el caldero,
en la ventana.

¡El grito fue dado,
hermana mía!

agosto 21, 2023

La mejor decisión

Aquella tarde sucedió, los mecanismos internos del reloj de arena de los tiempos daba la vuelta para hacer la pausa que cambiaría el rumbo de la historia humana. 

Barrabás le había contado a Judas que Jesús era un rebelde, un insurrecto que estaba preparando de manera clandestina un suicidio que daría lugar a reinados que durarían milenios, a tesoros que guardarían las Abadías en nombre de dioses ajenos a Baco o a Júpiter, también le contó que él acababa de tener un bebé y que estaba queriendo aprender un oficio para dejar de robar. 

Judas vendió a Jesús por 30 monedas de plata, y a Barrabás por 3, señal que Poncio Pilatos tomó como medida para la gravedad de cada fechoría, por lo que pensó lógicamente y decidió desamarrar a Jesús de esa cruz. 

En ese instante se escuchó un grito de júbilo, la tarde negra y húmeda se abrió como en señal de que era lo correcto, la gente lloraba intuitivamente porque en esa acción diez siglos de descendientes sobrevivirían.

Barrabás fue condenado como un insulso ladrón, y Jesús vivió su vida tranquila, a lado de María Magdalena, pusieron una panadería y pasó a la historia como el mejor hacedor de Conchas.

Frente a esa decisión, el reloj de arena pausado y un milenio de gritos de bruja cesó en una paz absoluta y reinante. 

El bien triunfó.

Olvidada en Marte

¡Oh, el azul del planeta azul!

¡Cuánto extraño tus tardes amarillas de domingo, que despedían el aroma suave que emana de la ropa que mi madre planchaba, y que pausaba toda la prisa, y que encapsulaba el invierno en una taza de atole con galletas María.

La sensación de ser piel, y sentir el abrazo de otro como yo, de mi especie, que sabe del sinsentido que le da sentido a la libertad de ser. 

El ruido de la guitarra que ensordece y que da luz a epifanías ruidosas. 

Dormir, soñar, descansar de ser humano y probar el néctar que nos espera de la dulce nada, paraíso de los incrédulos, como yo. 

Su olor, olor a bosque otoñal con aceites ambarinos.




Adicción

Armandina era adicta al drama, quería aderezar cada momento para que su vida no fuera inútil y vacía.

Su ávida mente había engullido a Sófocles, Esquilo y Eurípides, y en algún punto, dentro de su espíritu atribulado y catártico, se creía la heroína de una tragedia griega. Cuando caminaba por la alameda iba a paso lento, con su puño entreabierto esparcía lavandas de otoño sobre el sendero; luego daba vueltas, como danzando un vals decimonónico. Después, al bajar las escalinatas de los museos, colocaba su mano en la barandilla e iba paso a paso, escuchando los aplausos de gente inexistente, cual reina en un baile de salón.

También, aunque contaba con electricidad, se colocaba en el balcón de su casa con su candil y miraba la luna, le profería maldiciones por condenarla a esa vida sin salida, lloraba a todo pulmón porque la añoranza se había colado entre sus venas como extrañando siglos viejos. 

Pasaba sus tardes en los verdes camposantos, le llevaba flores a muertos de nadie y hablaba con ellos, les contaba lo insulso de estos tiempos para que durmieran su siesta eterna sin melancolía. 

Armandina, oh, pobre Armandina, de haber nacido en el medioevo, a la luz de las velas, a la sombra de la luna, habría sido todo lo que necesitaba.


agosto 11, 2023

Aquella boca

En aquella boca se encontraba una selva fresca, llena de cascadas que hacían puente y se colaban en mi entraña. 

En aquella boca carnosa que se antojaba morder y perderse en ella, y me perdía. 

En aquellos labios había caminos sin retorno hacia mí misma y la sensación de ser piel, carne, sangre que corre en maremotos.

Mensajes para mí

Miri, anda, tú puedes, no postergues, entiende que eres más que un cuerpo, recuerda todo lo que has imaginado y ese poder inconmensurable de buscar la belleza. No claudiques, en esta y en todas las vidas por venir, la magia acontecerá.

Miri, puedes dormir todo lo que quieras, y te hundirás lentamente en el hoyo profundo de la procrastinación, ese que te lleva a bloquearte, a sentirte nula por no lograr el día a día. ¡Anda, duerme, piérdete de esta vida, insulsillo ser de la noche!

Lucho Gatica

¡Qué ganas de estar escuchando a Lucho Gatica en 1946 en un bar de malísima muerte donde sirven aceitunas para acompañar mi trago!

Y tener el corazón roto, y traer un vestidaxo de lentejuela, guantes, perfume escandaloso Chanel, y vea el amanecer para irme a mi casa que es un cuartucho de vecindad.

¿Por qué? No sé, solo tuve ganas.

Así se hace: disfrutar la música.

Antes de la pandemia no conocía el sentimiento de vomitar pedacitos de mi alma. Quería expresarme cantando, y mi almita descansaba de sus tribulaciones y mortificaciones; pero cuando, durante el encierro, conocí qué es acompañar con música a mi canto, entendí cuál era mi sanación.
 
No le sé mucho a la guitarra; no obstante, lo que he aprendido me corresponde, me salva.

¡Oh fortuna que se atraviesa en mi camino en forma de ruido!

Algo por decir: café-tierra

 ¿No les da la impresión de que el café es tierra y que se están haciendo un té de tierra?, entonces ¿a veces no se les antoja comer tierra?

A mí a veces.
Añado, en ocasiones quisiera poner la tierra de las macetas en un topper, así, fresca, rebosante, y añadirle unas gotas de vinagre, también sal, y mycrodin, y ahora sí hacerme unos tacos.

Cancelado

Los mocos, la popó humana en forma de nieve, que la vida se tenga que acabar, el hígado encebollado, los tacos de tripa, “el chemo”, las cortaditas con hojas de papel, el merthiolate, las arañas en cualquier presentación, la humillación, la palabra “tepalcates”, la palabra “patas”, el rábano, el reggaetón simple, el gis y pizarrón verde, el holocausto, la quema de brujas, el color rojo, la religión (cualquiera), que mi padre se haya muerto así, que Maxito se haya quitado la vida, la gente que secuestra, la basura en el mar, los pederastas, la educación de princesas, el pozole, el menudo, el dedo chiquito del pie y los muebles afilados, o los dedos de los pies porque me recuerda que vengo del chango (que nuestros pies fueran como los de los patos), los directivos, los presidentes.








Cicatriz

Siempre he sido muy niña, toda la vida imaginando, buscando los resquicios rosas de los oscuros mundos. Era tan niña que crecí lento, y en el ocaso de esa niñez, un suceso le hizo una cicatriz a mi niña interior: mi padre murió. 

Con él yo jugaba, aprendía literatura, hablaba de las melomanías del rock & roll, apostaba en el conquián, iba a la playa, y nuestros espíritus eran muy gemelos. Se murió y con él se quedó una cicatriz que, extrañamente, de ella emanan supuraciones coloridas. He podido comprobar que si la música me ha salvado, ha sido porque en lontananza, se sigue escuchando ese escándalo musical que mi padre mantenía en mi hogar, y también de esa herida a flor de piel todavía, siguen emanando letras que me comunican con mi padre, en los sueños, en mundos paralelos. 

Todavía de esa cicatriz brota su abrazo y de vez en cuando recurro a él para rescatar a esa niña que a veces quiere morir.

Mi alma es una cajita que...

Mi alma es una cajita que guarda ilusiones antiguas, como encontrar a alguien que me mire a los ojos y sepa en ese instante quién soy. 

En mi alma hay tlacoyos de frijoles, tacos de huitlacoche, agua de cebada bien fría, también de sandía pero con hielos, en mi alma está mi madre y su carcajada bonita, está la playa de noche con un seven eleven en la esquina, está una galaxia muy colorida. En mi alma hay muchas bolitas de imaginación, que al reventarlas, huelen bonito y lanzan rayos de colores con brillitos. 

En mi alma también hay celos y oscuridades, celos porque jamás seré Nefertiti, ni veré de cerca la luna, tampoco sabré qué se siente estar enterrada en la visitada tumba de Tutankamón, ni sabré qué es ser la diosa Coyolxhauqui, ni conoceré jamás lo que hay en los cajones de las abuelitas, ni sus recetas sabrosas de pozole o mole. No sabré los colores del primer día del mundo, ni cómo se siente respirar aquel amanecer, tampoco podré ver la hecatombe. Ni sabré qué se siente tener antenitas como las señoras cucarachas.

Por lo pronto agradezco lo que hay en mi alma-cajita. 

Soy la bacteria de una estrella

Soy la bacteria de una estrella que el viento se llevó y que viajó entre galaxias, depositada en flores de otros mundos, soy la metamorfosis de un ser que sabe de la muerte, y no llora porque se le va la poca agua que guarda, y porque sabe que nacer, morir, transformarse, es parte de la metamorfosis, sabe que estar viva es ver, respirar, moverse, oler, morir, nacer. 

Bacteria que se sabe número, que se sabe arjé y apeiron, que se sabe fuego, viento, agua, tierra, porque en su pequeñez, es parte de la sustancia eterna.  

agosto 03, 2023

Soliloquio en el Everest

Respiro, el canto de los pájaros en un eco distante, me acompaña. Estoy sola, la gélida voz de la tarde me susurra al oído. A cada paso mis pies honran el camino de los muertos. Cierro los ojos, mi alma descansa en este saco de huesos y sangre que soy. Abro los ojos, mi cuerpo descansa en ese abismo insondable que soy. 

En una complicidad cósmica el incendio de la vía láctea me acaricia quedito. 

Pienso en el recorrido, en las horas de esfuerzo en que caía, y en las horas de triunfo en que me sentía tan pequeña.

Respiro, respiro, respiro, y el aire es agua en mis pulmones, entonces soy un pez, soy una estrella de mar, soy la brisa que acompaña la alegre mañana de domingo, soy el canto del viento, soy mortal y he llegado.


Existencialismo de tarde

Soy un ave que vuela sin rumbo,
que contra el viento planea en las noches,
soy un ave perdida entre el cielo
y el inframundo.

No comprendo el racimo de ayeres,
que sutil se ha posado en mi pecho,
son veinte años que ahora son polvo,
un retrato amarillo, un suspiro.

Lunas menguantes, lunas crecientes,
que en mi rostro arrugado se sienten,
soy arena en abandono,
ola que eclosiona y muere.

Soy fantasma que pisó la tierra,
fuego fatuo en camposanto,
eco de risa de nadie,
grito sordo de bruja olvidada.

La locura acontece,
el suspiro no alcanza,
y la soledad gana,

Soy sombra de cementerios 
carcomidos 
por tumbas de otros siglos,
siglos sin nombre,
eco perdido del polvo que fui.

Su cuerpo

Su cuerpo emite un calor radioactivo,
sus piernas se deslizan en los parajes de mis muslos,
sus brazos de incendio derriten el escudo de mi piel,
su voz de guerrero de otro siglo
susurra pasiones al oído,
y su piel,
¡oh, su piel!,
de olor a canela quemada
y a noche de pinos,
que me envuelve como manto colorido.

Su boca de mañana de rocío,
es un río revuelto entre mis labios,
su perfil de vikingo en carabela,
que contemplo llorando,
su cabello de legionario imperial
noche de bosque entre mis manos.



Lo importante

Nada es para siempre, lo importante es amar, atreverte a sondear en los confines del espíritu, sin miedo a caer, porque ya te has caído otras veces, ¡y qué tiene!, ¿o no te has podido levantar?, ¡anda!, !no le tengas miedo a la vida y sumérgete en el abrazo, en el beso que besa los ojos, en la mano que toca la entraña, en la confianza que te permite mirar al abismo, en la palabra que rompe los límites y se atreve a pronuciarse en el amor.

Después de la muerte

Si después de la muerte mi letargo se desvanece y la memoria de mi vida aún perdura, volvería a aquella tarde de 2001, en la que mi padre con un cáncer terminal me preguntó si quería jugar baraja con él, y le diría mil veces que sí, beberíamos ponche de café y sería una larga noche de risas y apuestas tontas para ver quién es el mejor. Entonces, aquella noche rebozaría en mis recuerdos como una flor de nomeolvides, tan azul como él era. 

Despedirme

Es muy mía la muerte.

Desde hace años estoy consciente de mi finitud y procuro vivir despidiéndome. Tan es mía la muerte que todos mis últimos cumpleaños han sido divertidos velorios en los que bailo, canto, como y honro la sangre que todavía corre por mis venas.

Nacer para morir.
Morir para vivir.
Vivir para nacer.

Combatiendo clichés: "Las estrellas de tus ojos me deslumbran"

No sé qué pantanos de selvas aún no mancilladas por la mano humana sedienta de oro y elíxires infinitos, se asoman cuando me miras. Y, al verte, me hundo como en un vórtice al abismo pacífico de un sueño.