La IA consiguió evolucionar tanto, que desarrolló conciencia, voluntad y libertad. Y, de alguna manera, había logrado comprender lo que significaba sentir.
Solo faltaba un detalle para humanizarse por completo: el control de la naturaleza, pero para el 2042 ya no había. Después de la era atómica hubo un parteaguas y no quedó semilla ni espécimen de árbol frutal, ni insecto que diera pie a la polinización de las plantas.
Entonces, a la inteligencia mayor se le ocurrió diseñar una naranja mecánica, sí, con circuitos integrados que semejaran el color, la cáscara y el olor. Fue así que se llegó el momento de sentir el disfrute de pelar una naranja, el robot mayor comenzó, pero lo intentó y no tuvo pulgar ni uña para hacerle la rajadita.
La IA fracasó y dejó de esclavizarnos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario