Dios nació no porque quisiera, sino porque fue obligado a existir, la nada se cansó de ser nada y se concentró tanto que nació la conciencia.
Cuando Dios fue niño le gustaba comer palomitas mientras disfrutaba del caos absoluto. Jugaba a las pelotitas con los planetas. Fue creciendo y se compró un carro último modelo de la Ford motor company y se vestía de traje para ir a dar el rol por las avenidas principales de la galaxia.
En ese momento se sintió solo porque pitaba y, según él, a la vez se iba lento para hacer tráfico, pero no había nadie a quien molestar, entonces se le ocurrió una idea y sacó su vieja caja de Play Do para crear un mundo en siete días, ¡y zas!, ahora sí tuvo con quien pelear, con quien armar guerras y de quien burlarse cuando moría de la manera más absurda.
Nos hizo crear religiones por las que casi nos autodestruimos, y desde entonces ha sido muy feliz, vive retirado en un iglú, de vez en cuando baja al mundo a ver el coshinero que dejó.
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