La miel es un elixir cristalino en donde están contenidas las lágrimas de los dioses, sí, lágrimas de dioses masculinos que no fueron enseñados a llorar, lágrimas de dolor por haberse equivocado en la creación de mundos distópicos donde la falla más grande fue no enseñar a llorar a los niños vikingos de la guerra. No llorar ha sido causa bélica de conquistas sinsentido, de colonialismos falocéntricos ajenos a toda ternura.
La miel tiene la cualidad de ser eterna y es un secreto remedio de las abuelas para curar la masculinidad tóxica. La miel guardada en cantaritos de barro ayuda a bien llorar y a ser capaces de perdonar, amar, sentir. La miel con limón es diurético de venganzas y resentimientos.
Una cucharadita de jarabito de miel en noches de luna creciente, expulsa las lágrimas reprimidas cuando te dijeron feo en el kínder y cuando te rechazó la primera niña a la que le declaraste tu amor.
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