Entonces, puedo afirmar que he volado, que el sentido de la vida se completó de frente a ese sol que caía en aquel atardecer del horizonte, donde los rayos naranja y violáceos me decían con claridad que el ocaso había llegado, que todo lo que vieron mis ojos hizo que este viaje sinsentido valiera la pena.
Gracias, cielos del atardecer, vida, nada me debes, vida, estamos en paz.
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