Entonces, entonces, la palabra, la p, la a, l, a, coma, a, r, b, a, l, a, p. Pa, Bra, LA, Ces, Ton, En, nació el fonema, el primero fue un grito hacia arriba, después un aullido de dolor ante la sed, luego el grito y el aullido dio lugar al ahhh guuuuuuuuuuuuu y otro grito más, aaaaah, agua.
Nació el agua, porque era necesaria, y aquel ente curioso se dio cuenta que podía combinar fonemas para nombrar las horas, los días, las estrellas, la muerte.
Así, desde una poesía onomatopéyica y ditirámbica, hablé yo.
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