octubre 18, 2021

Era una lápida

Esa lápida contenía logaritmos que emitían destellos de una luz neón, cada que iba al bosque de Bariloche se manifestaba un reflejo verde que me invitaba a tocar.
Por muchos años la visité y solo meditaba ante ella, algo me decía que había que ser solemne, pero mi humanidad me lanzó al abismo de buscarle cuatrocientos pies al gato, ¡oh, qué tremenda locura!, que aquel 3 de diciembre del 2026 pude ver mi futuro inmediato, mi nombre ya no sería Abel Rubén Romero, sino A-x-R-z.

Todos los elementos del universo terminan por caer sobre su propio peso. 

Aquel 3 de diciembre de 2026 ahí había quedado mi cuerpo físico, y de la lápida digital se había desplegado un armatoste que conectó mi cerebro a su unidad interna.

Venía del futuro, era yo, el primer cyborg renaciendo en el pasado para evitar la 5ta guerra de los mundos.

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