El salón estaba callado, el profe de mate nos daba su cátedra de los números primos, cuando de repente, la botella de agua se derramó y como en cámara lenta, el líquido vital sonaba drop, drop, y mi única y lenta reacción fue juntar mis manos en señal de "dame", a modo de cuenco, para atrapar el agua y esta no tocara el suelo.
Después de varios segundos que fueron siglos, entendí que había que tomar la botella y colocarla en forma vertical. Hasta el día de hoy río y río de suculenta burrada.
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