¡Oh, divino Tlacoyo!
Manjar de Huitzilopochtlli, ¿cómo no imaginar tu ya destinado camino a Orión?, si tu influencia llegó hasta Odín, y los vikingos se pusieron a amasar.
Ostra deliciosa de los profundos mares del desierto de Shibalba, no dejes de tlacoyear, ese es tu arte.
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