Nacemos y somos profundas soledades, despertamos de la nada arrojados a este valle de miseria y muerte sin pedirlo.
El amor es algo real, tangible, duele en el pecho y se siente en el corazón. El amor es un privilegio de pocos, es crear un puente de palabras y leer el alma de una soledad.
Amar es combinar dos soledades y negar el martirio del silencio al que nos sometemos si vamos por el mundo sin escuchar al otro, sin conocer la música de sus entrañas.
Todo vale la pena en este mundo, desde un llorar, desde un reír, comer una manzana, bailar un vals, andar los caminos, oler una naranja, despertar y sentir que todavía te quedan dos horas; pero, si compartes estas pequeñas pasiones cotidianas con la personas que saben de tu alma, que comprenden el yo que has creado, entonces habrás trascendido al saber que los ojos de alguien reconocieron y dieron forma a lo invisible que solemos ser si vamos en silencio.
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