en que tú naciste.
¿cuántas noches han quedado
en el vacío desde que te fuiste?
53 años,
un suspiro suspendido en el susurro
de un ángel.
Niño siempre,
niño que corre hacia la muerte,
niño padre, padre hijo,
niño toda la vida.
no tuviste tiempo de ver las estrellas,
pero sí de ser un santo que me enseñó la grandeza.
39 años,
un puente de 14 me separa de ti,
yo a los 14 arrullada entre tus brazos,
arrullada en tu exquisita pasión musical,
arrullada en tu dulce frenesí matinal,
¡qué daría por ese 1996 en que restaban
5 años para tu partida.
¡No te habría dado muchos besos porque te los di!,
¡no habría hablado extasiada del Titanic porque sílloré!,
pero sí me habría fundido en ese arrullo de tu ser,
padre-hijo,
para no olvidar tus ojos,
para no sentir este puente roto
para no clausurar esa palabra-padre
que en contadas ocasiones puedo decir.
A mis 18, 35 años me separaban de ti,
estoy cerca de cruzar ese 53, padre,
y cuando llegue, honraré ese año
entre el rock y el fútbol,
entre los tacos y la playa,
entre manejar en carretera
y echar mecánica.
¡Qué ganas de verte, padre,
de cruzar una sola palabra!
¡Ojalá la luna y su fulgor sean puente no roto
para que estos fonemas acaricien tu ser,
donde quiera que no estés!
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