Todas las veces de la vida iba corriendo, con el nudo en el alma y dando tumbos, iba corriendo. La urgencia me arrojaba a la insustancialidad irracional de vivir presa del tiempo.
Todo por hacer, una vida en cada estrella no me habría alcanzado.
Aquella tarde mi madre me invitó a ver a las tías y yo accedí gustosa, ella me preguntó con una ternura apenas imaginada: "Hija, ¿te presiono mucho?", y fue que comprendí y accedí con parsimonia. Entonces le dije:
"No, madre, creo que es urgente hacer lo importante y no lo urgente-urgente. Es importante jugar, estar contigo, fiestear con mis amigas... porque ¿te imaginas?, algún día no estarás y he de recordar que hoy hice con urgencia lo importante, y ya sabes, lo urgente-urgente lo haré en las madrugadas".
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