Aquel 2001 fue un teatro.
Ojos bien abiertos, no querer dormir porque es inútil, ¡como para qué!, si la castrante eternidad de la nada nos abraza a cada paso, si aquella ciudad amarilla se desvanece con la podredumbre del viento que todo lo corroe.
Ojos bien abiertos, quise ser Diosa y lo fui, en aquella libertad constante de la soledad, en aquel paraíso de hotel masacrado por lo antiguo que mis sentidos percibían como un dulzor fermoso.
En la barandilla caminé como un felino que se sabe los caminos, en los callejones los ecos de mi júbilo dejaron huella, canté, bailé, aquel teatro lo escribí yo.
No fui sombra, fui persona.
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