Cansada de no dormir, de madrugar siempre, de ser perenne transparencia.
A veces quisiera esconderme tras la luna y eclipsarme más de un segundo, ante esta fatalidad que se esconde en esta terrible desnudez de ser diurna.
Soy de la noche, los infiernos me habitan, y yo..., yo muero al alba cada que la lacerante luz del sol me obliga a andar.
Soy del silencio, el eco disonante de aquella tumba triste me es música sagrada, y el vulgar claxon, los pasos sin rumbo de la gente, me someten a un purgatorio dantesco en el que estoy condenada.
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