El constante río de instantes que se diluye a cada suspiro, la impostergable marejada de momentos que se suceden unos a otros, llega y se posa como fomento, solución, cataplasma, ungüento, en un espíritu abatido, apesadumbrado y mutilado ante la impermanencia que es urgente abrazar para no sentirse avasallado por la nada..
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