larga, minuciosa, grandes piernas,
dolía su majestuosidad luctuosa,
una mujer pasaba, de una cintura fastuosa.
Balanceábase en la fiesta y la gloria,
mirada al viento que desnudaba,
pálida la danza solitaria,
quintaesencia del placer que anidaba.
En un instante pasó la noche,
belleza efímera que no quiero perder,
no quiero no verte hoy, no quiero perder la fe.
ya es tarde, el jamás ha penetrado el tiempo,
ignoro a dónde fuiste, tú no sabes a dónde vas,
¡Oh tú, amada mía, oh tú, que te esfumáis!
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