La eternidad, la nada, la lluvia que pasa y pesa, y yo en esta caja del olvido, camposanto del horror, cucarachas y gusanos que tragan la efímera existencia de mí.
Huele a tierra mojada, espera... ¿huele?, ¿huelo?, ¿por qué percibo ese olor?, ¿qué sollozo se escucha?
-Dios te bendiga y te acoja en su manto amada hija.
¿Madre? !Madreeee!, !estoy viva!, !sácame de aquí!, estoy viva, no sé por qué pero estoy viva.
Y de repente, otra vez el silencio sepulcral envuelve la tarde.
Y su castigo eterno será permanecer en esa cárcel infernal de tener conciencia y estar muerta y viva. !Más viva que nunca!
Bienvenida al Infierno, Miriam.
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