¡Pobre pescado!, tan libre y brillante en sus escamas, tan ligero y radiante, tan matizado de colores de la vida cuando era pez.
Pero ahí va, el ser humano, carcomiéndolo todo, como un gusano que se cuela en la belleza, como un estafador que "civiliza" la barbarie. ¡Me das asco!, no quiero tu cultura ni tus altos edificios, no quiero tu Walmart con sillas automáticas ni tus drive thru.
¡El pescado merecía seguir nadando en su mundo de silencio, burbujeante y colorido! y no terminar en un vil mercado todo mosqueado y desnudo. Algún día se le hará justicia, espero.
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