Me he visto viajar hacia mí,
lejos de mí,
un motor inmóvil
es causa de mi causa;
afuera, como adentro, hay tormenta,
afuera, las gotas caen violentas y sagradas,
adentro, diluvio sin fin, noche nublada.
Hace frío.
Antes de nacer
sombra y silencio,
hoy, ave en fuego,
un día, polvo de piedra,
sangre seca,
migaja de pan.
Tiemblo.
La luna cae
al abismo del mar,
el viento susurra
en el ónfalo,
Saturno guarda en sí mismo
brillo de siglos viejos.
Y yo,
yo canto.
En mi voz hay ecos
de aquelarres ancianos;
mi canto,
espejo de agua dulce,
mi canto,
infierno de agua turbia;
viene del vientre,
nace y expira en orgasmos
de viejas brujas que viven en mí.
La caracola se arrastra,
va al estanque,
sin tiempo,
sin miedo.
Instante de mi infancia,
era amarilla,
era ruidosa,
era dulce,
era porvenir.
Me precipito al abismo,
conciencia que
se piensa a sí misma,
respiro, suspiro y expiro,
átomos fundidos,
mañana eran,
ayer serán.
Vida redonda.
Voy desnuda,
soy la que busca,
no sé qué busco,
no encuentro,
ojos bien abiertos,
no encuentro,
no hay nada,
soy la que busca,
soy la que busca,
soy la que busca.
Inspirado en G. Trakl.
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