Cuando duermo la siesta, he de descender al mismísimo núcleo de los infiernos, perderme en los páramos de la nada, flotar perenne en el nirvana, y únicamente así, habré de recobrarme, volver a unir las piezas, de esto que soy, de este saquito de huesos y carne con ojos bien abiertos.
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