Mediocre y simple es la vida de la piedra mediana.
Amanece y desde que un rayo de luz alumbra sus espaldas, inicia su trabajo, comienza a ser pateada por hombres que no encuentran el sentido.
Se llega el mediodía y cuando pensaba que se detendría, por ser piedra mediocre y mediana, una niña la toma con fuerza aventándole a un charco para que haga el efecto rebote, no lo logra y la niña le lanza una injuria, es que es piedra mediocre y mediana.
Se llega la tarde y el calor, se seca el charco, un turista la encuentra y la levanta porque, en su insignificancia, ni siquiera la tiene que escoger ni mirar, es que es una de tantas; entonces es lanzada al abismo.
Ha anochecido, la piedra mediocre y mediana pasará un par de siglos contemplando el vacío de su existencia que para nadie sirvió de nada.
Una ausencia sin ruido, sin luto, sin lágrimas.
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