Me da celos la sencillez de la ligera mariposa, que es bella y brilla, y en una tarde apacible nada más flota y surca los vientos derramando su dulzura.
Me da celos no ser la mariposa y sí ser la mujer, que tiene conciencia y una losa de libertad cargada a sus espaldas, mientras la fina mariposa en su simple vida me observa, sin conciencia, y se posa sobre mí; es entonces que ya no siento celos, la perdono, porque es bella, y en sus colores me abismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario