Después de tantos años recorriendo calles y montañas, luego de tantos momentos bellos y tristes juntas (suspiro), ¡por favor, intenta recordarme!, ¡haz un pequeño esfuerzo!
Soy aquella con la que compartías
música, risas, secretos y consejos.
A quien salvaron en varias ocasiones de
las rejas.
Quien ha defendido siempre sus derechos,
sin pena ni consciencia de las consecuencias.
Quien escupe y rompe la autoridad con
sus propias uñas.
Con la que amaneciste en Santa Cecilia
bailando rock y cumbias mientras la gente pasaba ebria rumbo a sus hogares o
barriendo sus puestos para iniciar su jornada de trabajo.
Quien tiene un concepto de vivir como si
de repente hubiera explotado un frasco enorme de vidrio construido por su padre,
repleto de normas sociales, y ahora los pedazos y partículas vuelan disipándose
en la nada, ¡porque me dan flojera, y ya ni pienso en ellas!, porque, ¿cuánto
tiempo estaré aquí como para vivir la vida como me dicen otros?
Miriam… ¿ya me recordaste?
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