Contemplo extasiada el planeta azul, va a otro ritmo, uno que nunca viví por creerle a los horarios de locura de sistemas insensatos que motorizaban la tierra. Hoy estoy aquí, en el retiro absoluto de conciencia y veo perfectamente el pistilo de las flores, los vientos lentísimos de los desiertos que conectan con el inicio de los tiempos, el oro resplandeciente de trigos que se mecen en otoño, la contemplación de un viejo sabio eremita que lo entendió todo y guardó silencio.
Escucho las leyendas, los mitos y veo la palabra concentrada entre fuegos sigilosos que aparecen y desaparecen en rondas de tribus olvidadas. Veo aves en bandada que surcan los cielos en una algarabía que canta, van a su ritmo: libre, frágil, despreocupado. Veo la selva y sus historias aconteciendo, veo una asombrosa comunidad de simios riendo, veo un lince que está por extinguirse y con sus ojos de flama mira hacia el cielo, como despidiéndose.
Entonces, cierro mi silla de playa, entro al tobogán interminable de mis sueños y amanece otra vez.
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