enero 21, 2012

S.O.S.


Corría el año de 1998, ella salió a caminar por la playa y encontró lo que parecía ser una botella muy antigua con un mensaje adentro que a la letra decía así:
"Me llamo Camilo y he naufragado.
Estimado desconocido, a pesar de que todo lo que he visto y vivido en esta isla me ha hecho apreciar mi soledad, he de relatar avergonzado mi historia y que sea lo que Dios quiera.
Eran las 11:40 del 14 de abril de 1912, lo recuerdo bien porque me despertó un duro golpe en la cabeza y un estremecimiento total del buque en el que me dirigía a Nueva York a probar suerte, salí a la cubierta y pude observar que habíamos colisionado con un iceberg, yo era un simple obrero que buscaba llegar al astillero naval en América viajando de polizón, también había trabajado como marinero en el mar del norte y el báltico; en ese momento bajé a la sala de máquinas por un encargo, no obstante escuché un ruido que me estremeció, me adentré un poco más y pude notar que el agua se colaba por todos lados, asustado corrí a avisarle al capitán, pero por más que traté de convencerlo de evacuar el barco, nunca me escuchó, se cerró a la posibilidad de que el barco más grande jamás construido pereciera. Me encontraba ansioso, preocupado, pues sabía de antemano que cuando el buque se viera en condiciones más críticas y urgentes, la evacuación no sería en calma ni suficiente, dado que siendo yo uno de los obreros que construyó el navío, me había enterado de que no habían colocado los suficientes botes salvavidas con la intención de que el transatlántico no perdiera elegancia. Sabía además que las personas como yo no tendríamos oportunidad de salvarnos debido a que había muchos más pasajeros de primera clase, por eso decidí hacer lo que hice.
Recuerdo que robé algunas provisiones, varias mantas para ayudarme a soportar el frío gélido de abril, a escondidas robé todo lo que pude y me lancé asustado al mar, sin rumbo, a la mañana siguiente desperté en una playa que mis ojos de marinero frustrado no habían pisado jamás. Dios se haya apiadado de aquel enorme transatlántico, ojalá el capitán haya escuchado.
Hoy lanzo esta botella al mar para ver si alguien nota que según mis cuentas han pasado exactamente dos años y sigo aquí, en este solitario archipiélago. S.O.S."

enero 19, 2012

3 minutos


Doy un brinco, me revuelvo el cabello, grito !holaaaaaaaaa!, doy vueltas viendo al cielo, me despeino, huelo una flor, ruedo por el pasto, me hago cosquillas en la nariz para provocarme un estornudo, le saco la lengua a la gente y luego sonrío, inflo las mejillas, me doy una marometa, abrazo a alguien y lo cargo, me rasco las manos, chiflo “don´t worry, be happy”, le guiño el ojo a un niño y le digo te amo en un lenguaje que no existe, me trueno los dedos, respiro, me estiro, canto lo siguiente: “and in the end, the love you take is equal to the love you make” y digo adiós.

enero 17, 2012

!Me están siguiendo!


Ella salió de su trabajo, eran las 3 AM cuando cerraban aquel bar sucio y maloliente, a esas horas no había nadie alrededor, muy leve se percibía el canto de los grillos y de las pocas lámparas que alumbraban el camino, la mayoría estaban fundidas. Era un trabajo arriesgado pero digno, tenía que hacerlo aunque hubiera otras maneras de ganarse la vida.
Cuando salió de aquella cantina se encomendó a Dios y rezó un padre nuestro, pero a la segunda cuadra comenzó a sentirse extraña, como si alguien la siguiera. Apresuró el paso y se aventuró por las calles desiertas de aquella fría madrugada. Para llegar a la avenida que conducía a su morada tuvo que atravesar un estrecho pero largo callejón.
Sigilosa se introdujo en ese sucio callejón y tropezó con algo que parecía ser un cuerpo en descomposición, lo supo por el fétido olor ácido de la muerte; el corazón delataba un horror que ya no podía esconder, como aquellas ocasiones en que la adrenalina produce el efecto contrario y una calma espantosa puede ser lugar para la perdición en casos de peligro.
Se levantó y con lo poco que le dejaban ver sus gafas y una lámpara fundida que tintineaba de amarillo pateó el cuerpo, cuando de repente una decena de ratas emitió un ruido escalofriante y se dispersaron entre unos pies que no respondían, siguió caminando tratando de acelerar el paso y al voltear atrás pudo divisar que las ratas se deleitaban con un banquete gatuno.
Al doblar la esquina se detuvo por un momento a tomar aire, pensando que el ruido de las ratas la había distraído de aquel temor inicial, cuando por instinto volteó hacia el callejón y observó a escasos tres metros de distancia al sujeto que la venía siguiendo.
Como pudo tomó aire y comenzó la odisea, casi paralizada se concentró en mover las piernas con rapidez; los latidos del corazón sonaban secos, con una serenidad inusual, claramente podía escuchar ese tono macabro golpe a golpe, muy lento, a pesar de toda la adrenalina que el horror le pudiera provocar, aunque ella sudaba y corría con todas sus fuerzas.
Mientras tanto, aquel sujeto extraño la seguía a la misma velocidad, ya no lo ocultaba, su aspecto era de una rareza perturbadora, altísimo, de un caminar curioso, seguido se le veía riendo solo, de frente amplia, con un brillo y sudoración excesivos y un ligero estrabismo que se hacía más notorio cuando reía.
Al momento en que ella se acercaba a su pequeño refugio, ya lo había dejado un par de calles atrás; llegó, respiró más tranquila sabiéndose segura, se encerró con todo lo que pudo, apagó las luces y se quedó viendo desde el sofá hacia la ventana. En menos de lo que imaginó él estaba ahí, altísimo, pegado al cristal, con la mirada extraviada y emitiendo un chillido que al oído humano era difícil reconocer.
Ella se quedó petrificada y después de tensos minutos aquel hombre se fue, la joven se levantó en calma, salió de su casa, cerró la puerta con llave, la tiró y alcanzó a observarlo, apresuró el paso, su rostro desencajado dejaba ver que algo en su ser había cambiado, se acercó lo más que pudo, vigilante, a la expectativa, caminó atenta hasta que vio al sujeto a unos metros de la esquina; cuando pasó por ahí sacó un machete que escondía tras los contenedores de basura, se contoneó coqueta por un lado de aquel bulto descuartizado, sonrió levemente y siguió su camino, comenzó a correr desenfrenada persiguiéndole, riendo con una carcajada poco común; el hombre se había sentido observado desde hacía algunas calles, y a pesar de ello caminaba tranquilo, pero escuchó pasos y risas en aquel interminable callejón y comenzó a correr deteniéndose a respirar un instante, al doblar la esquina se atrevió a observar lo que había dejado atrás, ella estaba ahí, él emitió un grito ahogado y…
Al siguiente día la joven cruzó el mismo callejón rumbo a su trabajo y un olor extraño la hizo voltear, casi le parecía cotidiano observar de vez en cuando algún bulto ensangrentado a un costado de los contenedores de basura, ella caminaba silbando, con una mirada extraviada y un único pensamiento asfixiante, “padre nuestro que estás en los cielos…”. Mientras un chillido anómalo salía de su voz y una carcajada resonaba en aquel callejón.

enero 15, 2012

HAIKÚS (intentos inspirados en Benedetti)

ROCÍO

Lluvia que brota,
tibia,
sudor de madrugada.

EPITAFIO

Canto a la vida,
!gracias!
abandono.

PINGUINO (con diéresis)

Caballero de antaño,
calidez helada,
solemne.

BOTELLA ARROJADA AL MAR

Mensaje urgente,
S.O.S.
en el olvido.

CAMPOSANTO

Galería de vidas,
alguna vez encendidas,
hoy apagadas.

ESPEJO

Mundo paralelo,
misterioso,
siniestro.

SILENCIO

Caricia espiritual,
de madrugada,
musical.

SANGRE

Ingrediente vital,
poesía escarlata,
respiro.

INSOMNIO

Silencio negro,
el tiempo duerme,
yo bebo café.

REVOLUCIÓN

Gesta heroica,
sangre y libertad,
coplas de esperanza.

VELORIO

Ellos me contemplan
curiosos, morbosos,
gozando no ser yo.

CALLEJÓN

Testigo mudo,
lúgubre,
soledad gatuna.

POESÍA

Beso eterno,
toque al corazón,
regalo divino.

enero 09, 2012

Satisfacciones (inspirado en Bertolt Brecht)

La noche y sus colores,
Estar con él,
La primera mordida de un chocolate,
El agua resbalando por mi piel,
La lluvia en Tecate,
El reflejo de la luna sobre el mar,
Un cielo anaranjado,
Estirarme,
Pensar historias,
El azul en las cosas,
Cuando cae la primera hoja de otoño,
Enamorarme,
La cerveza y un buen amigo,
El café siempre,
La escritura y un cálido vino,
Reírme hasta el dolor de estómago,
El agua fría calando en mi garganta,
Comer y enchilarme,
El viernes,
Cuando un poema me hace reventar en llanto,
El requinto de "Stairway to heaven",
La vida.

enero 06, 2012

ODA A LA TIJUANA MÍA


Voy en camión,
cargando una pesada mochila a mis espaldas
y observando atenta los cambios que sufre mi ciudad,
voy andando caminos que ya recorrí,
pero ahora con otra mirada…
la mirada de una ausente.

Respiro el viento fresco
y mi espíritu se infla de un orgullo hasta ahora desconocido,
de una raíz que siento muy mía.

Voy viajando caminos de baches,
observo transeúntes agotados,
cargados de tiempos perdidos en una parada del camión;
voy en medio de conductores ansiosos
por los malos trazos de la ciudad
y las largas vías que no acaban,
continuas mejoras que nunca terminan
por abrir caminos más ligeros;
miro sus rostros de cansancio y desesperación
ante una ciudad que aman con violencia y obsesión,
y que los traga asfixiándolos en una dinámica de amor impetuoso.
Veo colisionar una metrópoli,
puedo oler el hedor a la miseria,
la urgencia que consume la vida en un parpadeo;
pero voy en ese camión inmensamente feliz,
cargando mi pesada mochila,
sudando, agotada, hambrienta …
con los múltiples cláxones y mentadas de madre
que van tejiendo una bella melodía
en mi mundo rosa de mi Tijuana hermosa
y me sigo sintiendo feliz,
porque nací en ese lugar,
porque tengo recuerdos,
porque tengo parientes y amigos
en una ciudad fronteriza
en la que puedo caminar a mi manera,
en la que tengo mis atajos,
mis propias rutas bien sabidas…
y cuando un forastero me pregunta una dirección
puedo contestarle qué taxis, qué calzadas,
qué avenidas puede tomar,
y le puedo relatar su historia porque es mía;
y asimismo, cada plaza, cada cerro,
cada eterno recoveco viejo y sucio,
cada callejón y sus tragedias los asumo míos.

Puedo escuchar sus ruidos, sus rumores, sus murmullos, sus silbidos.
¿Cuándo fue la primera vez que caminé mi ciudad yo sola?,
¿yo con ella?, la primera ocasión en que tomé una burra
y me sentí perdida, ¿fue hace mucho?, ¿fue hace poco?,
¿cómo fue nuestro primer encuentro?,
¿cómo fue este último que me hace reconocerme en ti?,
¿quién tiene la verdad de tu historia?,
¿las incontables biografías que hablan de cantinas, bulevares y políticos?
o la historia no oficial de los licuados de la calle 3ra,
la interminable escalinata de la 4ta,
la casa embrujada de la Altamira en
donde se grabó Camelia la Tejana,
el árbol de chicles de la ermita,
el cerro colorado que se asoma imponente
dando abrigo y refugio al que lo necesita,
sus mitos y leyendas,
soldados hechos santos,
la bailarina sin cabeza de aquel Casino de los 20´s…

Ella tiene un perfume muy peculiar
y un rostro que conozco y en el que me reconozco…,
y parece que la patraña de la identidad sí existe
y que tengo una,
aquella misma de la Tijuana mía,
de su centro,
de su zona,
sus esquinas,
de esos bares que parecen no reconocer el tiempo,
de sus brazos refugio de todos y por todos mancillados,
de sus calles tan llenas de sangre.
Tijuana baila,
Tijuana reza,
Tijuana canta
y es incansable,
lo huelo en la estela que deja ese viento
tan de todos y de nadie.

enero 05, 2012

Foto

Es hermosa la historia, son bellísimas las historias que cada ser humano puede narrar, es lo maravilloso del cine.

Ayer fue uno de los días más felices de mi vida, reí casi desde que amaneció hasta muy entrada la noche, fui al cine con alguien muy especial y al entrar casi se cae...; escogimos un lugar, en medio de la nada, literalmente... no había nadie, la sala era nuestra. Vimos Sherlock Holmes y guardo ese momento para siempre.